jueves, 28 de octubre de 2004

21 de mayo de 2004. "Juan Nadie"

De vez en cuando uno busca consuelo a toda costa; cada día cuesta más encontrarlo. Pese a mi odio a toda clase de religión, no dejo de reconocer que es asidero y tabla de salvación cuando las desgracias arrecian. Conozco a muchas personas a las que sólo la fé (sí, con acento, ¿qué pasa?) les ayuda a sobrellevar esta perra vida

Dios me libre de aferrarme a religión alguna; aunque algunas veces necesito una buena dosis de soledad, un fuego crepitando a la diestra mientras, sentado en una silla con un vaso de vino en la mano, con mirada extática y entre penumbras, paso recuento a las heridas y los errores y de nuevo la bajada a los abismos antaño hollados surta efecto como inefable catarsis.

Pero lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. Viernes, 8 de la tarde, ya hace 12 horas desde que llegué a este deprimente despacho; recién acabadas mis prácticas mientras todos los demás están en actos protocolarios, con egregios próceres ahítos de vanidad y pugnando por salir en la foto. Otro leño de hipocresía a la hoguera de las vanidades.

Tengo claro que soy un resentido, un rencoroso y un vengativo; ya dije que trabajo por dinero, como cualquier puta o mercenario que se precie, pero no me negarán que todo esto es apacentarse de viento, O, como diría Reverte, "cogérsela con papel de fumar".

También tengo claro que he perdido el norte, sin aguja de marear, y falto de carena voy achicando agua mientras a duras penas capeo temporales o presento batalla. Me queda el parco, ilusorio consuelo, de que al menos sé lo que me pasa, y de que es cuestión de tiempo el que un día me levante por la mañana y ponga remedio a todo esto.

Y aún así a veces tengo la debilidad de tener esperanza. De soñar. Si no conocen a Frank Capra, déjenme decirle que fue un sensiblero director de cine, que bordó de las más primorosas telas de la historia del cine. De memoria, que cada vez falla más por culpa de esta bilis agria y verdosa y de mis espumarajos de rabia por la boca, hay que ver "Caballero sin espada", "Qué bello es vivir", "Un gangster para un milagro" o "Juan Nadie".

Permítanme que les destripe Juan Nadie: una periodista espabilada a quien su jefe ha decidido echar del periódico inventa en la desesperación una carta, atribuída a Juan Nadie (John Doe), que dice que va a suicidarse en Nochebuena, ya que este mundo corrupto y deleznable no vale la pena. El revuelo que causa es mayúsculo. Obviamente, esa exclusiva le permite conservar el puesto de trabajo, pero hay que buscar un hombre de paja que interprete el papel. Al final encuentran un mendigo, fracasado y hastiado y asqueado de la vida, que interpreta el papel de conciencia social.

Pero poco a poco se da cuenta de que vive el papel, de que el mundo es injusto por culpa de unos pocos y de que esta sentina a la que llamamos Tierra sería un poco mejor con sólo poner algo de nuestra parte. Y lo dice. Y el pueblo (falaz ilusión) despierta y se moviliza y aparecen infinidad de clubes de Juan Nadie que deciden hacer este puto mundo un lugar un poco más amable. Pero eso no conviene al poder, corrupto e inicuo. Y cae a los infiernos de la manera más atroz. El resto, véanlo ustedes mismos.

A veces me da por soñar, soñar que un Juan Nadie va al Congreso de los Diputados o a la televisión, y habla en nombre de los 40 millones de Juan Nadies que poblamos esta maltrecha, desagradecida, fratricida tierra. Y dice verdades como puños, que golpean los enormes caparazones sin corazón de políticos y prohombres; inútil golpe. Pero el resonar de esa campana de odio y egoísmo despierta uno a uno a todos los Juan Nadie, y como una única conciencia salen a pedir cuentas a esos usureros de la vida, y exigen responsabilidades, e imparten a cada cual su dulce némesis. E instauran un gobierno del sentido común y de la justicia, y damos, de una vez por todas, un par de pasos adelante en la historia.

A veces me da por soñar.

Nos vemos

martes, 26 de octubre de 2004

15 de marzo de 2004. "Investigar en (Vivir en, Morir en...) España"

Tengo muy claro que África empieza en los Pirineos. Decía el tío Eduardo que "España es el país más rico del mundo; con lo que roban, y nunca se acaba". Es más: vamos adelante.

No obstante estoy condenado a vivir en España. y aunque nunca creí que lo diría, y lo digo de corazón, cada día me dan más ganas de irme a vivir a algún país nórdico, lejano, serio y civilizado. Es que estoy hasta los huevos, ¿sabe usted?

En esta pobre piel de toro a mí me dio por seguir mi vocación en un país mediocre y dedicarme a investigar.

Pero luego están todos esos jerifaltes, politicastros y gobernantes (con b de burros), a los que se les llena la boca (¿he dicho boca? Quería decir bolsillos) con todas esas palabras y esos planes quinquenales y esas inversiones en investigación y lo buenos y cojonudos que somos y cómo recuperamos todos cerebros perdidos y se les hace la entrepierna mantequilla.

Y la realidad, en la que yo, pobre y triste profesor de universidad me veo inmerso cada día, es otra. Instalaciones viejas y deficientes, investigadores trabajando 50 y 60 horas semanales (mientras otros investigadores trabajan 5 y 6 semanales: total, es sólo un orden de magnitud), sin dinero, mientras la burocracia les ahoga y hace que se pierda dinero y recursos que vuelven al estado por la parte de atrás, mientras se roba a manos llenas desde arriba, y desde abajo se mendiga y se lucha como se puede. Donde se investiga para publicar, para que no te tiren, y no se publica porque se ha investigado, donde no hay planes de investigación básica, donde no hay investigación a largo plazo. El ejército de Pancho Villa, vamos.

No es que arrime el ascua a mi sardina, que no soy de esos (todavía: que Dios no me dé, pero que me ponga donde haya). Pero un país que no investiga y sanea su cerebro está condenado a depender tecnológica y económicamente del exterior, está condenado a sufrir los vaivenes de las crisis de la manera más amarga y está condenado a ser un pelele del mundo. Spain is different! Lasciate ogni speranza vopi ch'entrate! debía ser la frase que pusiera a las puertas de la universidad. Para estudiantes y para investigadores.

No hay nadie que entienda, y eso es un problema de incultura, que la ciencia es la base de la economía de un país. Y no es algo que se arregle de hoy para mañana. Las potencias mundiales llevan desde la segunda Guerra Mundial invirtiendo en gente que busca el sexo de los ángeles; quizá eso no sea rentable a cuatro años vista, que es el horizonte mezquino que se ponen los políticos. Pero con seriedad, dos dedos de frente y constancia la investigación revierte en la industria, y todo empieza a tirar adelante.

Nunca iremos a ningún sitio. Yo lo tengo claro. Y ahí asumo mi parte de culpa e incompetencia, sobradamente demostrada. Si valiese algo, que no lo valgo, no estaría donde estoy.

Un saludo

lunes, 25 de octubre de 2004

15 de marzo de 2004. "RTVE"

Ya hacía tiempo que no me ponía a esto. Las tres siguientes historias (RTVE, Investigar en España y Juan Nadie) están pensadas desde hace mucho tiempo. La última (ZP), se debe a la victoria de Zapatero en las elecciones. Pero vamos a lo que vamos, que el tiempo apremia.

Hace algún tiempo estaba yo viendo una película en TVE1. Empezó a eso de las 10, y me acostaba a la una y media de la noche, con los ojos como platos y un cabreo del 12 porque al otro día tenía que venir a trabajar.

Y el cabreo venía porque no cabía (ni cabe) en mi cabeza que una cadena de televisión pública, con dinero de todo este lupanar que se llama España, masacre indiscriminadamente con publicidad a los sufridos contribuyentes que quieren un rato de solaz y esparcimiento. Y manda testículos que, a la vez, y en cadenas privadas que económicamente se mantienen ellas solas (a mi corto entender), las películas acabaran antes, con menos anuncios. Algo huele a podrido en Dinamarca (Hamlet)

Pero entonces piensas algo más, sólo un poco. Y es que a mí me la trae totalmente al fresco el que la televsión esté manipulada y sesgada y no se pueda ver un telediario objetivo e imparcial: son los inconvenientes de vivir en África. Y eso debía exigírsele como mínimo a una televisión decente de un país decente, aunque no se da ningún caso. Y digo que me trae al fresco porque considero que tengo madurez o irresponsabilidad o cuajo para no ver en esa cadena nada que tenga que ver con la opinión de las personas. La utilizo sólo para ver algo que me haga olvidar que somos la primera potencia africana.


Pero ver cómo siembran las películas de publicidad sin medida, cómo esparcen la telebasura hasta el infinito y más allá, cómo contratan series excelentes (y carísimas) que relegan al olvido o al ostracismo en horas intempestivas (Urgencias, Doctor en Alaska, Dos metros bajo tierra, Everwood y sigue la lista), hace que se me caiga el alma a los pies. O de como invierten cantidades astronómicas en series o programas deleznables (Ana y los 7, Paco y Veva) o estropean buenas ideas (como la de Historia de España) con argumentos aburridos, partidistas y miserables. Cada vez que pienso en RTVE, o en esta universidad a la que aprecio en su justa medida, me vienen a la mente las palabras de Alonso Quijano el bueno al vizcaíno (si no recuerdo mal); " Ruin y cobarde, vil y menguado, mezquino y miserable, la muy hideputa puta que te parió"

Un saludo

jueves, 21 de octubre de 2004

Robin Hood

Saludos. Como veréis, estoy rehuyendo de mis obligaciones, y ahora sólo me sustento de antiguas entradas. Mi estado general es el de siempre: descentrado.

Estoy pensando en crear una galería de imágenes para entretener al personal. Algo no inmediato, así que voy poniendo algunas que encuentro o recuerdo. Aquí está Robin Hood
.

12 de febrero de 2004. "Tristeza"

Estoy en mi casa, escuchando a Labordeta y a Serrat. Quizá por eso el asalto de la tristeza ha sido incontenible, y ha tomado poco a poco todo lo que me rodea. Seguro que es eso. Llevo unos días algo perdido (ya quedamos que estaba descentrado y desmotivado). Llevo unos días peleando por montar una empresa y establecer una cabeza de puente en otro lado, ya que esta universidad menguada ya no puede ofrecer apenas nada, y mucho menos motivar. Supongo que es cosa de tiempo, pero estoy echando tiempo y fuerzas y caudal en preparar una vía de huída. Debe de ser la vida; hasta ahora apenas si tenía vislumbre de ella. LLevo dos meses bregando entre abogados, asesores, notarios, empresarios, banqueros, políticos y demás gente de baja estofa y peor condición. Me doy cuenta de que, por regla general, como denominador común, suelen ser gente egoísta, altanera y más corta que la manga de un chaleco. Me he dado cuenta de que este país no va a ningún sitio con esta actitud. Jamás había visto mayor falta de cultura, civismo e inteligencia. En fin. Lo digo muchas veces: no me molesta que me tomen el pelo, pero me cabrea mucho que se crean que soy imbécil. Pues eso, que aquí estoy, embarcado en una empresa que, a quien se lo cuento, no me lo dice pero cree que estoy condenado al fracaso (tampoco lo cuento todo); allá donde voy me encuentro con inútiles apoltronados que sólo piensan en su beneficio y que te chupan la sangre mientras tienes que ir revisando sus pasos porque ni saben lo que hacen ni les importa; también me encuentro con gente que me torpedea a mis espaldas y me trata con desprecio, dándome por acabado aun antes de empezar.

Esta tierra es Aragón, eso canta ahora Labordeta. Y como buen aragonés soy cabezón y empeñado, y voy a volver victorioso de África o moriré en el intento. Cada vez me lleva más la rabia de este país cainita y menguado, desde sus instituciones hasta sus más humildes gentes. Estamos abocados al fracaso más grande, a la incultura más vergonzosa y aún así seguimos engreídos y altaneros, indolentes y displicentes.

Muchas veces, cada vez más, me dan ganas de tomar mi mula, mi hembra y mi arreo y seguir el camino del pueblo hebreo, que esta tierra está enferma y no esperes mañana lo que no te dio ayer (Pueblo Blanco, de Serrat). Irme a un lugar del norte de Europa, con gente culta, civilizada y responsable que sabe al menos dónde está su mano derecha. Aunque dudo de que me acepten.

Pronto os contaré en qué consiste mi invento, mi fallido intento de ser socio capitalista, y cómo va.

Hasta entonces, seguiremos luchando como podamos: tarde, mal y nunca.

Un saludo

martes, 19 de octubre de 2004

27 de enero de 2004. "Descentrado o desmotivado "

Robo algo de mi escaso tiempo al trabajo, parte fácil, y a las preocupaciones que me asaetean, algo más complejo. Repaso la conversación con un buen amigo que trata de compadecerme y animarme a no rendirme en esta guerra que tan maltrechos nos tiene.

Al final convinimos en eso: que estaba descentrado y desmotivado. Aunque es inevitable que acudan a mi mente multitud de palabras que comienzan por de-: decepcionado, desmoralizado, desubicado, defeccionado, deslocalizado, desfocalizado, destrozado, desfallecido, descorazonado.

Sé muchas cosas. Sé que todo esto sólo se puede cambiar desde dentro, pero en estos momentos no me veo con fuerzas o ánimos suficiente para sumergirme en esa sentina y bregar a su nivel, rodeado de excrementos y fétidos y malolientes seres. Mis sentimientos son ahora acabar con ellos a cualquier precio, sin piedad, a sangre y fuego, causando todo el dolor que soy capaz de imaginar.

También sé que así no se llega muy lejos, y siguen activas unas cuantas normas básicas que permiten la subsistencia, mientras vamos cauterizando las heridas. Heridas que no cierran nunca, que brillan en la oscuridad. Seguimos buscando razones para seguir adelante en este viaje, a bordo de este barco renqueante y apedazado que a duras penas se mantiene a flote y del que dudamos que aguante muchas tormentas más. Tan sólo esas cuatro normas básicas que garantizan la supervivencia: cargar, apuntar, disparar y cubrir la espalda. Por ahora no hay nada más.

Viajo en solitario, intentando encontrar en la rutina un asidero para llegar al otro día, intentando recopilar todas las razones en un montón con masa suficiente para comenzar una nueva era. Pero lo recalco de nuevo: viajo en solitario. He abandonado cualquier compromiso con aquellos que nos traicionaron, que rompieron ese acuerdo moral que nos ligaba. Somos simplemente mercenarios que vendemos nuestros servicios al mejor postor. He renunciado a cualquier expresión social o democrática con personas y entidades que carecen de honor. Tan sólo mantengo aquéllas a las que me ligan deudas de honor o amistad, que se han ganado a pulso durante años cuajados de batallas.

Estamos a la espera de que cierren las heridas; estamos simplemente manteniéndonos a flote, cerrando vías de agua, reparando el velamen y las cubiertas y la artillería y refugiándonos en la rutina y la monotonía, a la espera de que el tiempo cierre las heridas. En ese momento, espero, estaremos dispuestos a tomar la iniciativa y a comenzar de nuevo una conquista titánica de las Ítacas. Hasta entonces, sólo nos limitamos a defendernos con la mayor rabia y rencor posible.

Algún día, en algún lugar, algo saldrá bien.

lunes, 18 de octubre de 2004

Recupero anotaciones de mi cuaderno de bitácora. Pronto se perderán, como lágrimas en la lluvia, así que las consigno aquí, con la esperanza de que pervivan. Como veis, en un año han cambiado muy poco las cosas. Como de costumbre, si algo han hecho ha sido empeorar.

23 enero 2004 Comienza una nueva etapa

Gracias por venir. Acomodaos. Hoy comenzamos a escribir este cuaderno de bitácora, en el que iremos consignando los acaeceres de este nefasto viaje. La primera pregunta es saber cuánto aguantaremos, en todos los frentes. Tras el grave daño sufrido en nuestras últimas batallas nos hemos recluido en lo más ignoto de estos mares que son la vida, a encontrar fuerzas para vengarnos. No habrá piedad, pues no la tuvieron con nosotros.

Así que eso haremos. Escribiremos día a día los avatares de este desgraciado viaje, pues siempre se ve a los hombres de más baja condición en las más desgraciadas situaciones, y rebuscaremos poco a poco fuerzas para seguir.

No garantizo nada, pues la traición y la defección pudo más que yo, y ahora la esperanza no existe. Sólo queda el buen hacer mercenario, unas cuantas reglas que nos permitieron poner a salvo lo justo y ahora sobrevivir con cierta dignidad.

Mercenario. Al fin ha salido esa palabra, que a mí siempre me ha gustado. Me considero un mercenario, y lo soy más desde la traición. Todos somos mercenarios en la vida, incluso somos prostitutas a veces: todos vendemos nuestros servicios a cambio de una soldada, de un salario. El honor y el deber son cualidades que uno otorga, a modo personal, y que estrictamente se pueden vender pero no comprar; hay que ganarlas en la vida, y uno las brinda a quien cree que lo merece o lo necesita, o ambas cosas. Igual ocurre con el respeto. Ahora, tras la traición y la defección, tan sólo presto servicios: han perdido mi respeto y su honor. El mío lo guardo junto con tres palmos de acero para cobrarme una vieja deuda. Deuda de honor, por supuesto.

Hablo de una manera críptica, de manera intencionada. La historia verdadera, real, existe y está escondida en algún lugar, lejos de aquí; saldrá a la luz cuando sea el momento. Hasta entonces, conténtense vuesas mercedes con estas glosas literarias que remedan la vida de pobre manera y paupérrima industria, y disfrutemos de estas charlas a la luz de los hachones y al vaivén del ponto.

A Dios vais.

jueves, 14 de octubre de 2004

Bienvenidos...

...a los que os incorporáis desde mi página personal. Ahora adandonamos tan mal señor y viajamos por libre en blogger.com

Gracias por la visita. Pasen vuesas mercedes y tomen asiento, en torno al fuego del hogar. Empezamos.

Tic tac...

El reloj simplemente anda y yo me dejo llevar por el tiempo. Nada de lo que llevo entre manos ha avanzado lo más mínimo. Hoy me ha tocado bregar en el sinsentido de esta universidad por enésima vez.

Poco que contar, con la esperanza bajo mínimos y la interfaz dura con el mundo. Instinto de protección, de supervivencia. Cuando las cosas van peor que mal, cierro la interfaz amigable/amistosa con el usuario y dedico mi sistema operativo interno RafaOS 35.10 a salvar los muebles. Sin aparentemente motivos de peso, llevo así desde que empezó septiembre. Como los lobos, como los animales salvajes, algo en mi organismo barrunta el peligro...

Echa en falta poner fotos. Para ello empezaré a hacerlas con mi flamante cámara digital. Hay que animar al personal.

miércoles, 13 de octubre de 2004

No hay tregua

Efectivamente. El perro del hortelano ni come ni deja comer. No le puedo vender la empresa a mi actual socio y, según él, ex-amigo, pero tampoco me deja comprar. Me toca pelear de nuevo por algo en lo que he perdido la ilusión, así que apelo al oficio que en su día aprendí.

Me tacha de traidor. Sé que no lo hace con mala fe, pero creo que es incapaz de darse cuanta de sus errores, cegado por la avaricia. Mala suerte. La vida es así, todo el mundo me previno de que esto ocurriría y no lo quise ver. Pero pago el precio. A fin de cuentas, todos tenemos nuestro Nemesis, y tendremos nuestro merecimiento. Sólo espero que sea justo.

En esta guerra, ahora ya declarada, veo dolor, mucho dolor.

Jerry Maguire

Ayer volví a ver esta película de nuevo. No fue nada premeditado (algo a lo que recurro en horas bajas). Simplemente pasaba por allí y nos encontramos. La película y la historia son excelentes. De todas formas, parece que la moraleja es que hagas lo que debes y todo te irá bien en esta vida. Lamentablemente, esto es una cruel mentira. Es muy poético y bucólico todo esto del corazón, los buenos sentimientos y el humanismo, pero a la hora de la verdad, la vida es dura como el sol del verano. En mi vida, he tenido tantos éxitos como fracasos, o incluso más de los últimos. Y el hacer las cosas bien no garantiza absolutamente nada. Lo queramos o no, estamos condenados a la ley de los grandes números, y en esta sociedad no hay sitio para demasiados triunfadores. Es el azar el que muchas veces encumbra a quien lo merece, de entre tantos que lo merecen, o incluso a quien no. El derrumbre es simplemente el complementario.


De esta forma, la esperanza se viene abajo a la cuarta o quinta embestida de la vida. Yo solía decir que había vendido la esperanza, la conciencia y los sentimientos para reparar todos los daños sufridos en aquellos combates. Son todo heridas, cicatrices que surcan el alma de una manera casi indecente. Según qué noches, legiones de fantasmas, de muertos no enterrados, de errores y de derrotas encadenan mi soñar, como dice Gardel. Noches de esas en que oyes todas las horas del campanario mientras cierras los ojos y recuerdas con dolor o rabia ese pasado.


Al final va quedando un poso, entremezclando cinismo y experiencia. A mí por lo menos me queda una especie de manual de instrucciones para tiempos difíciles, escrito por la vida en las murallas que guardan mi maltrecho corazón. Oficio, lo he llamado a veces. Son sólo cuatro o cinco normas, cuatro o cinco reglas que garantizan que te mantendrás a flote en lo peor de la tormenta. Hasta ahora han servido, pero nadie en su sano juicio garantiza que funcionen siempre; hay situaciones desconocidas que no perdonan, nunca.

Uno al cabo termina definiendo unos pocos refugios, indestructibles, donde guarecerse en caso de problemas. "Las instrucciones de Vizzini para casos como éste eran precisas: Volver al principio. Volver al principio y empezar de nuevo" (La princesa prometida). Siempre hay que salvaguardar un lugar para volver. Éste es nuestro refugio.

Postdata: Hoy tiene que responder mi "socio" a mi requerimiento de que venda la empresa o compre mi parte. Son tres meses de tensión y decepción que acabaron por cegarme. Entonando el mea culpa (aparte de que no debí nunca asociarme con él), creo que debí tener algo más de mano izquierda y haber conseguido hacer valer mi idea con suavidad, ya que se hace más lamiendo que mordiendo. Pero no sé, lo reconozco. Una de mis normas de supervivencia diría algo así: Hacer siempre lo justo. Si es posible, con suavidad, pero ante todo, hacer lo justo.

viernes, 8 de octubre de 2004

Hostilidades

Ya os comenté que formé una buena empresa con un mal socio. Lo que comienza mal, difícilmente puede acabar de otra forma que no sea peor.

En su día concebí, ideé meticulosamente y, al final, junto con ese socio, monté una emisora de radio en mi pueblo. Las condiciones iniciales eran: él trabaja y cobra, yo superviso y no hago nada ni cobro, que bastantes líos tengo en esta santa casa. Salimos como un puro cohete, sorprendiendo a propios y a extraños y funcionando a la perfección. Pero hubo un problema: desde mi punto de vista, él se dedicaba a hacer lo que le venía en gana y a cobrar, y a mí me tocó dedicarme a trabajar duro para que las cosas fueran como yo creía que debían ir y a desfacer los entuertos que mi escudero me facía.

Obviamente todo tiene un límite. Me sentí utilizado y no escuchado, mientras él seguía a la suya: a cobrar y a hacer lo que le daba la gana. Para eso, o me quedo solo o me voy. Las conversaciones y discusiones no dieron fruto alguno.

Le planteé que o entraba gente y le ayudaba o yo le vendía la empresa y me iba. Yo llamaría a este momento "comienzo de las escaramuzas". Según mi molesta impresión, este tío hundía la empresa, so pena de que yo estuviera como denodado cancerbero controlando y supervisando todos sus movimientos. Las condiciones iniciales habían cambiado.

Pero el perro del hortelano ni come ni deja comer. La avaricia descomunal, el egoísmo desmedido le hizo pretender seguir cobrando impunemente mientras yo seguía en la sombra controlando los hilos a coste cero. Incluso llamó a su mamá, para que el chantaje emocional surtiera efecto. Se rompió la cuerda.

Hoy comienzan oficialmente las hostilidades. Por mi parte, existe "casus belli". Ahora he decidido venderle la empresa, a él o al mejor postor. O comprar, pero su egoísmo lo enceguece y no le deja, a mi juicio, ver la realidad. Va a ser el rosario de la aurora. Lo veo desde lejos.


Me duele mucho un par de cosas. En primer lugar me equivoqué largamente. Todo ha sido por mi culpa, por creer que él cambiaría y se portaría como un empresario responsable. Por no embarcarme en empresas sólo con aquéllos que tienen lo mismo que perder que yo. Además, un idea que parí, que llevé a cabo y que logré me toca dejarla en manos que, a buen seguro, la hundirán en un tiempo record. Duele que tengas una buena idea y un inútil te la hunda. Por tu propia culpa. Y encima me tratan de traidor, por no mantener el statu quo para que él siga cobrando y se arregle la vida mientras yo coordino todo el cotarro y reparo las vías de agua que me abre cada dos por tres.


Desde aquí le pronostico que va a caer con todo el equipo. Me duele, porque se carga mi sueño y el suyo, y desde aquí digo que él sería incapaz de haberlo montado por sí solo. Y saco un consejo: a medias ni con la mujer.

Gracias por escuchar. necesito hablar con alguien. Y esto no ha hecho más que empezar. Estoy hecho a tragos amrgos, así que uno más...

miércoles, 6 de octubre de 2004

Problemas

Dichoso el problema que viene solo. Mi aventura empresarial se complica, debida a una negligente elección de socio. De todas formas, el egoísmo, la soberbia y la avaricia suelen romper, y quien destapa la caja de los truenos corre el riesgo de verse envuelto en una tormenta de tres pares.

Que así sea.

martes, 5 de octubre de 2004

La gente del alambre

No sé si alguna vez los he llamado así. Son viejos conocidos míos, viejos conocidos de muchos escritores. A veces me gustaría considerarme entre ellos. A veces creo que lo estoy. Usted, tú, que estás leyendo estas páginas, eres, casi seguro, uno de ellos.

En mis ínfulas de escritor fracasado pero potencialmente brillante sueño con dedicarles una novela. Porque no nos engañemos: ellos han escrito la Historia, con mayúscula, de este puñetero planeta. No esos egregios prohombres que salen, ahora, en la televisión y parece que el mundo se rige según sus arbitrarios designios. La Historia es simplemente un reflejo a gran escala, una abstracción de las miriadas de sucesos, muchos de ellos azarosos, que protagoniza la gente del alambre.

La gente del alambre son esas personas, tan válidos como esos insignes próceres del barato que campan por el báratro, pero que simplemente por la ley de los grandes números se ven relegadas a los pequeños papeles. Y día a día se levantan y arrostran la vida con la mayor dignidad posible, haciendo que este puto mundo funcione y salvándolo con esa infinidad de actos, al parecer nimios, que sustentan este planeta. Son funambulistas de la vida, sin red, acostumbrados a mantenerse sobre el alambre bajo cualquier adversidad y a cumplir su misión de cruzar al otro lado del mismo sin desparramar sus sesos contra el suelo. Como dice Reverte, la vieja y parcheada piel del tambor, la vieja y fiel infantería que no persigue la gloria, aunque siempre se la gana y a veces la obtiene, somos los que sostienen las lanzas en la rendición de Breda. La gente humilde que día a día sale a luchar porque ése es su oficio, o su mala suerte. O porque las cosas son así y no han cambiado nada en 3000 años.

lunes, 4 de octubre de 2004

Al menos en Vietnam sabíamos quién era el enemigo...

Vietnam

Un día más

De nuevo aquí. Jueves y viernes estuve "desaparecido en combate". No pienso explicar qué significa eso (por ahora); tan sólo significa que no hay mensajes.
Han sido días intensos, con mucho trabajo. Y esta semana no va a mejorar. Hay mucho que hacer. Me he levantado a las 6, estoy medio dormido y no creo que esté muy inspirado para escribir a estas horas. Quizá más tarde.
Ahora voy a rebuscar en los cajones del olvido, para sacar algo de fuerzas y de orden y ponerme a la tarea. Delenda est Carthago, otra vez, y eso me da ánimos y fuerza, o simplemente adrenalina bombeada en las venas.
¿Cuánta gente leerá esto?
PD. Por fin me he terminado La odisea. Espero que se acaben las referencias a ésta, y veremos con cuales empiezo ahora.