miércoles, 28 de septiembre de 2005

Incertidumbre

Hoy, 28 de septiembre de 2005, aún no sé con certeza que pasará con mi contrato el 1 de octubre. Ya dije que no dudo de que esta universidad me renueve,
y no tengo miedo a que me eche, ya que no les importo un pimiento. Soy uno más de esos uno, sin sombra y sin sueño,
un solitario que avanza
sin camino y sin espejo. Por tanto nadie se molesta en acabar conmigo ni en brindarme su favor. Porque no les importo. A veces, las pocas, eso es bueno.

Pero lo que me duele es la incertidumbre. Ese no saber nunca qué va a ser de ti. Esa agonía que se prolonga eterna como horizontes sin alma. Ese juez sin rostro que pospone sine die tu ejecución sin saber cómo acabará todo, aunque todos acabamos muriendo.

Pero me gusta controlar mi momento de muerte; saber cuándo uedo hacer mutis el foro. O no saberlo, y confiar en que sea un accidente, una casualidad, una traición...pero nunca en manos usurpadoras e inmerecedoras.

preferiría que me echaran de una vez. Al menos reharía mis filas y plantaría batalla en otro sitio, con una incertidumbre en manos del destino, de la fortuna, de los hados, del maligno. Pero nunca en manos de los hombres a los que no les importo. Eso no.

Los tres días del cóndor

El título se refiere a que llevo tres días sin publicar. Lo remediaremos en la medida de lo posible, añadiendo las dos entradas que me debo.
¿Por qué no he escrito aquí en mi bitácora? Dos días de mucho trabajo, de muchos nervios. No duermo bien por las noches, y empiezo a creer que es de estrés. Últimamente, aparte de los asuntos laborales que me devoran fieros, mi nueva flamante empresa sigue siendo una amante salvaje y caprichosa que no terminamos de domeñar. Hoy es 28 y esta universidad no me ha comunicado nada acerca del contrato que termina el 30. Quiero suponer que me renovarán, pero a fuerza de golpes uno aprende a que nada es nada hasta que realmente lo es. Ya os dije que lo que más odio es la incertidumbre.
He resuelto acabar poco a poco, sin prisa pero sin pausa, con todo lo que me rodea. Me explico. Cada curso hago examen de conciencia, y decido empezar a poner orden en esta vida que se precipita en barrena hacia abismos insondables. A veces controlo la trazada, la trayectoria, a veces me lleva ella en desbocada vorágine. Lo bueno que tiene la vida (aunque dudo de que sea bueno) es que puedes no dejar de caer; puedes seguir cayendo durante tiempos casi infinitos; cuando crees que has tocado fondo, vislumbras que hay gente más abajo que tú. Siempre ocurre.
Así que tengo tiempo para controlar esa nave en picado y remontar el vuelo (supongo que igual que puedes no dejar de caer podrías no dejar de subir; no lo tengo claro). Y he decidido ir poco a poco. Definiendo microtareas, microhitos que cumplo a rajatabla; finiquito todo lo que puedo antes de que me finiquite a mí. Batallas muy pequeñas que me aseguro de poder ganar, pero lo suficientemente grandes como para que valgan la pena. Y así voy. Día a día, paso a paso.
Antes mi idea era tomar el año que viene aquella colina, en general, como gran objetivo en la vida. Ahora mi idea es cada día dar un paso adelante. Sólo eso.
Si lo logro, cada día estaré un poco más cerca de algún sitio.

miércoles, 21 de septiembre de 2005


Dándole vida al asunto

Hoy Sabina publica su último disco

Parece un tío cojonudo. Hoy va por él.

Aznar

No me parece bien que esté 8 años gobernando con mano de
hierro este país y ahora, que no manda, no se quede aquí a vivir en lo que él construyó o destruyó, a dar la cara ante sus acólitos y detractores. Mucho más facil y rentable irse a otro país, gracias a las relaciones que fraguó poniendo este país al servicio de intereses bastardos. Ese tipo no tiene honor; sólo muy mala leche y poca vergüenza. Lo del honor y la poca vergüenza está claro: es político, lo que, en términos prácticos, lo pone al final del escalafón moral de la sociedad, por detrás de pederastas y becarios FPI. Lo de la mala leche era predecible, aunque él siempre lo negara.
Y ahora el PP, con esa pesada herencia, con esa rémora de políticos corruptos, sin carisma y con demasiados intereses personales, demasiada ansia de poder como para quitarse de enmedio y sanear el partido. Demasiado orgullo, soberbia y envanecimiento para decir: me equivoqué.
El PP lo tiene claro. Lo tendría más claro aún si ZP hiciera lo que tiene que hacer, y no se dedicara a levantarse cada mañana, tirar los dados y decidir qué hace o no hace en función d eéstos.
Rectifico. Quienes lo tienen claro somos nosotros.

martes, 20 de septiembre de 2005

Abandonar

Hoy estaba muy cansado. Agotado anímica y mentalmente.
Tanto que tenía asumido ya abandonar todo esto, tratar de vivir mi vida por mí mismo, y no ceder a chantajes.
Hoy es 20, mi contrato acaba el 30 de septiembre y nadie me ha dicho nada. Creo, sinceramente, que me renovarán, pero dice poco en favor de esta institución ese abandono, esa despreocupación que es márchamo propietario de la UV. Cada vez tengo menos ganas de hacer buena cara, decir gracias y por favor, y no gritarles que esto que hacen no está bien, y que en otro tiempo o lugar, más civilizado, hubiesen sido castigados ejemplarmente en escarnio público. Pero éstos son los tiempos oscuros, extraños, perversos que nos toca vivir.

Hoy he decidido que me voy. Tarde o temprano, con plaza o sin ella, saldré por la puerta de atrás, sin cajas destempladas espero. Y me iré a vivir un tiempo, no sé cuánto, con mi esposa y mi prole, a un país civilizado en el que me limite a trabajar y preocuparme por lo que merece la pena, y me aleje de esta guerra tercermundista, esta guerra de guerrillas en la que vivo inmerso día a día, siempre alerta, nunca en sosiego. Esta vida en la frontera que acaba por devorarnos a todos y a todo.

Adiafa

(Del ár. hisp. aḍḍiyáfa, y este del ár. clás. ḍiyāfah, [presente de] hospitalidad).
1. f. Regalo o refresco que se daba a los marineros al llegar a puerto después de un viaje.

lunes, 19 de septiembre de 2005

Decir adiós


Creí, iluso de mí, que no iba a volver a ocurrir. Ocurrió en 1992, recién salido del cascarón, cuando en AIDO encontré un entorno que me acogió y me dio esperanzas e ilusión y un grupo de gente como tanto habia deseado. Aquello duró 11 meses, gracias a la pésima gestión de Juan Carlos Soriano, así que el 14 se septiembre de 92 nos dijimos adiós. Aqullo dolió mucho, me costó dos o tres meses darme cuenta de que en la vida todo es decir adiós. Luego trabajé en varios sitios, con gente maravillosa, me acuerdo mucho de vosotros, pero había blindado mi corazón para el momento del adiós. Más tarde recalé en esta universidad maldita. Lo mejor, los compañeros de viaje. Se han convertido en mi familia. Y nunca esperaba, nunca me planteé el momento del adiós.
Pero ayer tarde tuve otra vez miedo. Esa sensación en la boca del estómago, el sabor metálico en la boca y la desazón inefable, indescriptible, de la mirada del adiós.
Un buen compañero, un buen amigo, uno de los tíos más válidos que conozco y al que le han dado las suyas y las de un bombero los inútiles que hay a las riendas de la universidad y sus judas acólitos, que populan esta universidad para su orpobio y vergüenza.
A este tío ahora alguien le otorga la confianza que durante tiempo se ha ganado y esta universidad le ha negado, pienso que por ese miedo atávico y cerval que tienen los inútiles cuiando aparece alguien válido en su derredor. Ahora, para sacar los colores a muchos de aquí y de allí, consigue algo por lo que vale la pena pelear. No se va, pero yo sé que esto va a ser un paulatino adiós. Que su nueva dedicación le va a ir ocupando más y más tiempo y más y más y más viajes, que nada será como antes. Que en cierta medida, en aquel aparcamiento nos estábamos diciendo adiós.
Eso duele, pero que el cielo sea para otros, aunque yo vaya al infierno. Bravo por él. Nada será como antes, pero puede que algo vaya bien. Hoy va por ti. Duele pensar que no nos veremos tanto como antes, pero me alegro.



miércoles, 14 de septiembre de 2005

Hoy hace un año

Hace exactamente un año terminamos por dejar de darle vueltas al asunto y crear este blog.
No sé si pensaba que esto iba a durar. Es difícil encontrar tiempo y razones para continuar consignando en la bitácora las cosas consuetudinarias que acaecen en la rúa. Pero me lo propuse, me obligo a escribir aunque no sepa qué decir, y al final hemos llegado a esta primera Itaca. Estación de tránsito.
Obviamente, voy a continuar. Supongo que egoístamente. Este blog lo lee muy poca gente; no me relaciono con otras bitácoras ni con otros capitanes de navío, por lo que poca gente pasa por aquí. Sólo unos pocos amigos, almas perdidas y corazones solitarios en busca de paz y sosiego. Con eso tengo bastante. No necesito al mundo, suele hacer bastante daño. También, egoístamente, estoy guardando todos mis recuerdos, estoy confeccionando un diario.
Gracias a los que os pasáis por aquí. Iremos haciendo esto un poco más acogedor para aquellos que necesitan un buen fuego y la compañía escasa de un buen vino y un par de lobos solitarios en la penumbra.

Gracias a todos. Seguimos en la brecha.


Hace un año (Hombres G)

Hoy, hace un año, las calles frías me han visto pasar...
las niñas bajan por la cuesta... de uniforme...
la gente corre, y la lluvia está empapando el parque...
pero hoy, me has hecho daño, hoy, estoy llorando...
los autobuses pasan salpicando y no... no te veo bajar
un olor a ciudad mojada me está asfixiando y tú... no llegarás.

Voy corriendo al parque, a ver si estás...
hoy no se ve a nadie en la oscuridad...
Sólo aquel macarra... que lo ves de lejos... te das media vuelta
y serán... más de las nueve... estarás en casa y te llamaré...

Tú... no estás en casa, Dios sabe qué mentira contarás
tus amigas focas, se ríen cuando me ven pasar
Doy otra calada a mi cigarro y me voy quedando solo.... en aquel bar.

Pero hoy, tampoco llegarás, sé que nunca más volverás
he sido un gilipollas por querer hacerte tan feliz
pero ahora sé que tengo que matar la serpiente que hay en ti

Ya no volverás a verme jamás.
Las huellas en el parque se borrarán
ya puedes cerrar los ojos... ya puedes besar a otros
no hace falta que te escondas porque hoy, hace un año...

Y yo no, no, no... te llamaré... (llamaré...)
Te llamaré... (llamaré...)
Hoy... hace un año...
Hoy... hace un año...

A punto de abandonar

Estoy totalmente superado por este marasmo que me rodea. No es que me falten las fuerzas, pero estoy cansado, sin absolutamente ninguna ilusión. Cansado de pelear en algo en lo que ya no creo, en esta universidad mezquina y cobarde, como el mundo. Tengo que lamer las heridas, necesito soledad y una señal de que no voy por mal camino. Porque de lo contrario voy a tener que abandonarlo, al precio que sea.

martes, 13 de septiembre de 2005

Han sido unos días de infarto. Días grandes de Teresa. Inicio del curso, examen de mi asignatura, fiestas de mi pueblo,...
me falta tiempo, necesito 40 horas al día. El lunes fue un día aciago, con un transformador incendiado y un día entero perdido. Los nervios a flor de piel, la empresa recién montada que es un caos absoluto y se precipita en barrena, sin control ninguno, como un enorme caballo desbocado. Todo se escapa de mi control, de nuestro control, todos los planos de mi vida se difuminan, son una función de ondas sin definir... Estoy poniendo orden en este blog, que tanto ha acusado este infausto inicio. Añado entradas que debieron aparecer la semana pasada, que se gestaron en ese mes de agosto perdido en el final de los tiempos. Lo estoy intentando, lo estamos intentando todos; todos arrimamos el hombro para hacer que esto funcione, y sigo necesitando poner orden en 100 sitios a la vez. Hay que seguir peleando.

Terese con el pelo liso
en año 73
incendiando el paraìso
con la huella azul de sus pies
tan bonita y tan frágil
bailando con extraños
es difícil que no se haga daño
es un pastel de cumpleaños
invitado a un huracán

Eran días grandes de Teresa
disparando contra el cielo de Madrid
eran días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí

Teresa y sus poemas rotos
de heridas y oscuridad
ha esperado tanto el desfile
que empieza a desfilar
a los veintiun años
con su vestido blanco
hay un coche para cada chica guapa
un anillo de hojalata
y una soga para collar

Eran días grandes de Teresa
disparando contra el cielo de madrid
eran días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí

Teresa haciendo chocolate
en el año 92
para su pequeño niño apache
que está tocando el tambor
ya lo sabes Teresa
como tu siempre dices
lo que quema deja cicatrices
y ahora sentada en la ventana
llegan cartas de tu hermana
puedes esperar sin prisa
que deje de llover

Eran días grandes de teresa
disparando contra el cielo de Madrid
días grandes de Teresa
yo estaba cerca y la seguí

"Días grandes de Teresa", Christina Rosenvinge

jueves, 8 de septiembre de 2005

Canciones de amor para tiempos difíciles

Es el título de una canción y de un disco de Miguel Ríos. Es una de esas frases que se han clavado en mi cerebro, que a buen seguro el Alzheimer desenganchará tarde y temprano (se me va la cabeza demasiado últimamente). Frases de esas en las que me refugio cuando arrecia la tormenta. Todos necesitamos construirnos refugios, almenas, fortalezas para mantener fuera el frío invierno, el frío infierno. Construir un refugio, una guarida con canciones de amor para tiempos difíles. Además, lo estoy haciendo. Estoy buscando y almcenando canciones para tiempos difíciles, de esas que consiguen que un día se enlace con otro día y salgamos indemnes, o al menos lo mejor posible de estas batalla, de esta guerra. Preparando 1 giga de canciones directas en vena para evitar que la sangre se coagule y deje de respirar.

miércoles, 7 de septiembre de 2005

Me equivoqué

Este mes de agosto asistí a una boda, y la noche fue embebiendo en mí la absoluta, la pasmosa y terrorífica certeza de que en esta puñetera vida mía me equivoqué. He fracasado, me he equivocado de la peor forma. En toda mi vida, todo aquello que he tocado, por allí por donde he pasado, todo se ha agostado, se ha convertido en estatuas de sal, como la esposa de Lot. No sé dónde estoy, no estoy donde quiero, no sé a dónde voy y ni siquiera a dónde voy a ir. Sólo quiero huir, esconderme, ser cobarde hasta la médula y embriagarme de soledad, de melancolía, de tristeza. Este comienzo, sin saber si la depresión postvacacional existe y es culpable de algo, como decía este comienzo me ha desarbolado de nuevo otra vez. En aquella boda vislumbré otra vida, otra gente y otro mundo, otro entorno que añoraba sin haberlo conocido. Soy consciente, siempre soy consciente de que nadie está contento con lo que tiene, nadie está contento con el lugar en el que está. Aborrezco a las personas que son felices, conformes con todo aquello que la vida les otorga o la fortuna les niega. Que lo aceptan todo.

Será que les tengo envidia.

martes, 6 de septiembre de 2005

Las vidas que no viví, las mujeres que no amé

Ya os he dejado entrever que este mes de agosto ha sido penoso. Incluso más que el pasado agosto de la radio a medida.
Debe de ser porque este mes todo se ha limitado a una pelea continua sin fe, sin objetivos, a un desgaste físico y anímico, tan sólo pundonor y un sentido el honor un poco ya fuera de lugar.

Por tanto, ha sido un verano sin vacaciones, sin descanso, sin paz. Sin poder encontrarse con todo lo que uno ha ido perdiendo durante todo el año y guarda la esperanza de recuperar, al menos en parte. Tan sólo, este fatídico mes, hubo una escapada a Barcelona en la que no conseguí desconectar de nada; un viaje artificial al barrio gótico de esa ciudad que no pudo con mi melancolía.

Fue incluso peor. Con el ánimo a ras de suelo, en un decorado de innegable belleza indescriptiblemente atestado de gente y de tiendas, terminé por fijarme en todas las personas que me rodeaban; terminé por imaginar sus vidas imaginarias, terminé por imaginar las vidas que no viví en la piel y el alma de los otros.

"Cuando abra la puerta y me asome la la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las cosas ya sabidas, no el hotel de enfrente: la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mi como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina."



Miles de ojos, de cuerpos. Personas a las que no conozco ni conoceré y que guardan esa intimidad que uno crea y recrea, imagina, figura, que la compara con las vidas que alguna vez soñó y que se quedaron atrás por y para simepre. Vidas bohemias, desocupadas, urbanitas, elitistas, arrastradas; vidas fáciles y difíciles. Intelectuales, despreocupadas, de color de rosa o de color de hierro. Vidas con los cientos de mujeres que desfilaban antes mis ojos, imaginando todas las posibles historias para escapar de esta realidad que me sigue amenazando fiera.

Lo peor de todo es ese rememmorar pasados y futuros que no volverán ni acaecerán; es añorar la compañía de desconocidos e imaginarios compañeros de viaje que completan tus noches encadenadas de dolor. Lo peor de todo es eso: estar atrapado en aquello que tú mismo has elegido.


No soy un fulano con la lágrima fácil de esos que se quejan sólo por vicio,
si la vida se deja yo la meto mano, si no, aun me excita mi oficio.
Y como además sale gratis soñar y no creo en la reencarnación,
con un poco de imaginación partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas, a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel de todos los tipos que nunca seré.

Al Caponne en Chicago, legionario en Melilla, pintor en Montparnase,
mercader en Damasco, costalero en Sevilla, negro en Nueva Orleans.
Viejo verde en Sodoma, deportado en Siberia, sultán en un harén,
policía ni en broma, triunfador de la feria, gitanito en Jerez.
Tahur en Montecarlo, cigarrillo en tu boca, taxista en Nueva York,
el más chulo del barrio y tiro porque me toca, suspenso en religión.
Confesor de la reina, banderillero en Cádiz, tabernero en Dublín,
comunista en las Vegas, ahogado en el Titanic, flautista en Hammelin.

Pero si me dan a elegir entre todas las vidas yo escojo
la del pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo,
el viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera
un par de tibias y una calavera.

Billarista a tres bandas, insumiso en el cielo, dueño de un cabaret,
arañazo en tu espalda, tenor en Rigoletto, pianista de un burdel.
Bongosero en La Habana, cazador en Venecia, anciano en Shangri La
polizón en tu cama, vocalista de orquesta, mejor tiempo en Lemans.
Cronista de sucesos, detective en apuros, conservado en alcohol,
violador en tu sueños, suicida en el viaducto,guapo en un culebrón.
Morfinómano en China, desertor en la guerra, boxeador en Detroit,
cazador en la India, marinero en Marsella, fotógrafo en Play-Boy.

lunes, 5 de septiembre de 2005

El final del verano

Acaba agosto, y con él las vacaciones. Como muchos años. las de ésta han sido espantosas.
Deseando que llegara de nuevo el trabajo, que la rutina pusiera algo de orden en este tráfago ya insostenible. La nueva empresa comienza con demasiados bríos, con escasa organización. No ha habido descanso. Ya he dicho antes que mis vacaciones ideales son un mes de total soledad con música, libros, DVDs y un ordenador. Tiempo para pensar, para limpiar el alma de tanta contaminación que nos rodea. Para que el espíritu descanse.

Este mes me prometí no añadir entradas a la bitácora, y lo conseguí. Pero guardo unas cuantas que debo rememorar. La visita a Barcelona, los errores del pasado, algo más que he olvidado....

Me voy a pelear con mis alumnos, que mañana tienen examen.

jueves, 1 de septiembre de 2005

Vuelta al trabajo

Volvemos, una vez, que es algo que me alegra poder decir. Hoy es un día extraño, como casi todos los que me rodean. Mañana empezarán las entradas con más seriedad. Hoy no me pongáis falta.