lunes, 28 de febrero de 2005

He aprendido a vivir con la tristeza, con la derrota. Nos conocemos tiempo ha, y en su momento fuimos íntimos. No queda más remedio que ......aprender a vivir con ella y para ella. Ahora nos hemos distanciado un poco, por prescripción facultativa. Me centro más en levantar murallas de contención, sanear las defensas, preparar las minas y contraminas de esta guerra que es la vida.

Aunque muchas veces bajo la guardia. Dejo que la tristeza entre y recorra los adarves, las mazmorras, mis aposentos. Dejo que se enseñoree de toda mi fortaleza y me rindo. Por unos momentos.

Por unos momentos me tienta la idea de abandonarlo todo. De arrancar de cuajo mis raíces y partir en pos de un sueño, tras mil de ellos que cayeron para siempre; cayeron aunque no en el olvido. Pelear de nuevo, otra vez por ellos. Buscar esa voz mullida y cálida, esa dulcedumbre que satura una habitación en penumbra, ese ser que nunca existió pero busqué con tanta esperanza hasta el desfallecimiento.

Acabar con todo y perderse en Santiago, en Bruselas, en Dublín, en Graz. Comenzar una nueva vida, una nueva historia. Pelear en otra tierra, bajo otra bandera y al lado de nuevos y desconocidos compañeros de viaje y trinchera. Soñar, siempre soñar.

No sé si lo no lo hago por cobardía. O quizá sea por pundonor. Porque una vez se empieza no se puede dejar de pelear, porque rendirse no entra en mi vocabulario.

O porque tengo miedo. Porque tengo miedo de irme, de cortar mis raíces y, entonces, quizá, dentro de un año o dos o tres, embarcado en otra guerra tan dura como la que me asedia ahora, en otra tierra, bajo otra bandera, al lado de nuevos y desconocidos compañeros de viaje y trinchera, una noche despierte y vea en mi pecho una tenue, desvaída, macilenta luz que mana de los agujeros de las raíces arrancadas, una monstruosa araña que envuelve mi corazón. Y en sus facetados ojos vea mi viejo Land Rover, mis viejas montañas, hoy y ahora nevadas, la vieja tierra junto a la vieja casa, todo un mazo de recuerdos indelebles que se vislumbran en la oquedad de las raíces…

Y entonces desee volver, y abandonar esa nueva, para entonces vieja batalla, y retomar la antigua.

No puedo evitar soñar cuando oigo a Christina Rosenvinge desgranar tierna, lánguidamente "1000 pedazos" en acústico.

viernes, 25 de febrero de 2005

Galería arreglada

Ya la iré completando. Hoy no tengo tiempo ni ganas para más.


Hasta el lunes

martes, 22 de febrero de 2005

Javier Calpe

Lo conozco desde hace muchos años. Ahora es director de mi departamento. A él, como a muchos otros, esta universidad le ha pagado con la misma moneda.
Quizá nosotros tampoco le hayamos apoyado todo lo necesario. Entono el mea culpa. Pero esta universidad se ha burlado de él en sus propias barbas y lo ha tratado como un guiñapo, y todavía sigue ahí, con vergüenza torera, aguantando el tirón hasta el final.

Ha acabado muy quemado. Ya digo que quizá nosotros, los compañeros de departamento, tengamos buena parte de culpa por dejarlo solo (hay otros "compañeros de departamento" que merecerían colgar por el cuello hasta la muerte en la verga del palo mayor, que van repartiendo suerte a diestra y siniestra) . Pero esta universidad lo ha toreado, engañado, traicionado, defeccionado, puteado y cabreado. Todo por intentar hacer algo útil y con dos dedos de conocimiento.

Sé de buena tinta que está muy quemado, hasta los mismísimos huevos. Con toda la razón del mundo. Pero es que si no hay mártires como él, esto no va a ninguna parte. Excepto esta universidad, que espero que tenga lo que se merece y se hunda en lo más hondo del abismo.

Hoy va por él. Porque, en lo malo y en lo bueno, los ha tenido bien puestos. No se merecía esto, pero creo que a estas alturas ya todos somos mayorcitos para saber que lo que uno recibe de la vida no tiene nada que ver con lo que se merece.

Sus y a ellos.

lunes, 21 de febrero de 2005

Quién es Rafa

Y ahí está la pregunta. ¿Quién es Rafa?

Descubro que cada vez que hago mi página y escribo ésta la que me define a mí, obtengo cada vez un resultado. Nadie sabemos nunca quiénes somos, y siempres descubrimos secretas estancias en nosotros, en nuestras almas, cada vez que las exploramos por placer o por necesidad. Aun así, contaré una historia con unas palabras bellas en sí, pero gastadas a fuerzas de ser usadas.

Rafa vino al mundo un lluvioso 6 de diciembre de 1968 en una tierra olvidada por los hombres, incluso por los que viven en ella. Esta tierra escribió muchos capítulos en la Historia Antigua, y son capítulos que merecen la pena recordar, pues en aquella época había también aflicción y oscuridad crecientes pero había asimismo mucho valor y hazañas que no fueron totalmente vanas. Quizá algún día te contaré toda la historia o la oirás por boca de alguien que la conozca mejor.

Rafa tuvo suerte en la vida y nada le fue fácil. Y esos ojos vieron cosas que pocos han visto y su corazón recorrió tierras ignotas y mágicas que fueron forjándolo en las fraguas hasta ser lo que es. Todo lo poco que ahora es se lo debe a estos avatares mágicos, crudos y maravillosos. No es bueno contar esas historias y no lo haremos, pero ahí están y vendrán tiempos en que éstas servirán para la vida, pues extraños son los tiempos que se acercan.

Al final Rafa hizo físicas por una serie de casualidades, pero ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos. Al final lo muestra con orgullo, aunque no siempre fue así. Estuvo una temporada en el AIDO, un kafkiano centro de investigación dirigido por una cucaracha que no merece ni siquiera estas buenas palabras. Ahí comenzaron las decepciones, las derrotas y las heridas. Su ligero corazón peleaba y sufría contra un mundo injusto y hostil, pero seguía allí, al pie del cañón, bajo la lluvia.

Luego trabajó para una empresa que lo exprimió, mas lo que allí aprendió no se paga con dineros. Porque aprendió de la vida, y del mal y del bien y muchas cosas cobraron entonces sentido y otras muchas preguntas encontraron respuesta, aunque se plantearan muchas más. Pero un sueño no hacía más que rondar su cabeza y su corazón noche tras noche. Un sueño lejano y maravilloso, un imposible.

Apostó por ese sueño y fue a la Universidad. Fueron y son tiempos duros e inciertos, aunque mezclados con buenos momentos. Lo mejor, los compañeros de viaje que ese sueño ha proporcionado y que día a día caminan al lado. Va por ellos.

Pero la incertidumbre y esta guerra que nunca termina fue minando aquel ligero corazón, que terminó por romperse. La caída era inevitable y las pérdidas cuantiosas, inevitables y muy dolorosas. La frontera del Otro Lado estuvo allí, acechante. De aquello salió otro Rafa, con menos adornos y más fuerte, más poderoso. Aunque muchas cosas se perdieron en el camino o fueron enterradas en las frías y altas murallas que ahora guardan y protegen su herido corazón.

De nuevo tiempos duros que asedian el castillo fieramente y hacen preguntarse si vale la pena. Sí, vale la pena. Hay que seguir adelante; de lo contrario, ¿cuál sería el sentido de este largo y tortuoso camino que se ha recorrido?

Y para terminar, me gusta la música celta y tristona, me encanta leer y escribir y tengo a alguien especial con quien caminar a su lado. Aunque, ¿quién no?, ¿quién no hizo alguna vez locuras por una mujer?


Soledad

Es un bocado amargo, que se añora cuando hace tiempo que no empapa tu corazón...
...El ser humano se acomoda fácilmente a cualquier cosa, cualquier situación por penosa que sea.

Me gusta recordar el dolor, la tristeza, la soledad.

viernes, 18 de febrero de 2005

Sin perdón

Esta película fue dirigida e interpretada por Clint Eastwood. Le acompañan, entre otros, Gene Hackman, Morgan Freeman y Richard Harris. Ganó cuatro Oscars.

Muchos creen que es una película del Oeste. Están equivocados.

Es la historia de un hombre. Es la vida fría y descarnada. El que transcurra en el Lejano Oeste es circunstancial. Nada más.

Es la historia de un hombre que hizo...cosas cuestionables. Tampoco él eligió hacer cosas cuestionables. Simplemente las cosas vienen así. Es la vida. Ella elige por nosotros.

Esta película es cruda porque es más real que otras. Y la realidad es más simple y más espeluznante que la ficción. También es más hermosa.

Dios escribe recto en renglones torcidos, y así lo hizo en la historia de ese hombre. Hay hombres que no miran lo escrito sino los renglones.

Todos decimos tener principios, pero cuando la vida nos acorrala tiramos de ellos y nos mostramos desnudos y descarnados, como la vida nos ha forjado. A golpes.

Hay hombres que ocultan el infierno tras sus principios, y la justicia tiene tantas facetas como el bien y el mal.

Hay que ver esta película. Hay que ser conscientes que no debemos inclinar la balanza que guarda el equilibrio de un hombre, no debemos llevarlo al otro lado. Porque hay hombres que harán lo que deben. Aunque sean cosas cuestionables.

Aunque desaten el infierno.



Pensamientos

Todos los días bajo a y subo de Valencia. Es una hora de coche en cada trayecto, y da mucho tiempo para pensar. Demasiado.
Una hora encerrado entre esas endebles estructuras de metal, plástico y vidrio, en una carretera sabida, acostumbrada y resabiada, donde hay, por desgracia, poco más que hacer.

Se me ocurren cien mil cosas, aunque luego llego aquí, y el trabajo y el olvido hacen que estos apuntes en la bitácora vuelvan a estar vacíos.
No me gusta escribir sobre mí, pero es imposible a veces escribir sobre uno mismo, ya que se es el tamiz por el que nos llegan todos los datos del mundo, que luego son procesados de acuerdo con nuestra propia experiencia. Somos, cada uno de nosotros, un elemento demasiado activo en este juego.
Tengo por ahí un par de amigos que han metido sus bitácoras en sendas botellas y las han lanzado al proceloso ponto, lo más lejos posible de sí. Bravo por ellos.
Los leo y tengo mucha envidia. No sé si sana o no, porque no sé si la envidia es sana. Pero escriben rematadamente bien, y la principal fuente de envidia es que me recuerdan a mí cuando tenía su edad. Lo que duele.
Ahora, 8 años después, noto que mis necesidades vitales han cambiado mucho. Que ahora estoy más romo, más pulido, más desbastado y devastado por los golpes de la vida fiera; nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Demasiado peso en la mochila.
En fin. Brindo por ellos.

martes, 15 de febrero de 2005

Es difícil escribir todos los días...

...y tener algo que decir. La mayor parte de ellos es una letanía insulsa y monótona que te traslada...
...al día siguiente, a la semana siguiente. Y sin darte cuenta al año siguiente, al fin de tus días, donde con un poco de suerte eres capaz de ver a la vieja desdentada (en la edad media veían a un médico) que se ríe de ti mientras corta tu último hilo.


Las Parcas, cuya madre era Temis, fueron Cloto, Laquesis y Atropos y vivían en el Hades. Eran tres diosas que determinaban la vida humana y el destino. Son representadas como viejas severas o melancólicas doncellas pero siempre estaban tejiendo con una pobre luz. Algunas expertos no las consideran diosas sino las ejecutoras de las decisiones del dios Destino, hijo del Caos y de Nix y que lleva en sus manos la urna fatal con la suerte de los mortales.

Ellas asignaban a cada persona una parte del bien y del mal que cargaría con ella, aunque el mal podía crecer por la torpe actuación de cada persona. Ninguna de sus decisiones podía ser revocada, ni siquiera por los propios dioses, cuyo destino también quedaba marcado por ellas. Cloto era la más joven y llevaba consigo telas e hilos de todas las clases y colores cuya tipología variaba según el destino de cada persona. Así las de seda y oro eran para los hombres cuyo destino era la felicidad mientras que desgracia venía simbolizada con la lana y el cáñamo. Laquesis era la que movía el artilugio en el que se enrollaban los hilos que le daba Cloto, mientras que Atropos, la mayor, siempre atenta se encargaba, con unas tijeras muy largas, de cortar el hilo de la vida de quien le placía, cuando quería y de improviso.

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero "Hotel de Belgique" Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por lo cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien.

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para revolver el café.

Y no es que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso. ¡Oh, cómo cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha de su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina.

Julio Cortázar. "Historias de cronopios y de famas".

lunes, 14 de febrero de 2005

-¿Te duele algo, Frodo? -le preguntó en voz baja Gandalf que cabalgaba junto a él.
-Bueno, sí -dijo Frodo-. Es el hombro. Me duele la herida, y me pesa el recuerdo en la oscuridad. Hoy se cumple un año.
-¡Ay! -dijo Gandalf-. Ciertas heridas nunca curan del todo.
-Temo que la mía sea una de ellas -dijo Frodo-. No hay un verdadero regreso. Aunque vuelva a la Comarca, no me parecerá la misma; porque yo no seré el mismo. Llevo en mí la herida de un puñal, la de un aguijón y la de unos dientes; y la de una pesada carga. ¿Dónde encontraré reposo?
Gandalf no respondió.

J. R. R. Tolkien "El Señor de los Anillos"


Páginas que escribí en 1997 y luego olvidé y perdí y jamás encontré y cayeron en el polvo de mi corazón sin hacer ruido alguno...

Saludos desde el otro lado.

Al final las cosas han cambiado. Teóricamente para mejor, pero todo esto tiene el sabor agridulce de la derrota y no termino de acostumbrarme. Quizá haya llegado a Ítaca y lo que tengo en realidad es el hermoso viaje.

En fin, que a estas alturas he sacado una plaza de ASO TC en la Universidad Politécnica de Valencia. Algo serio, vamos. Y he encontrado una mujer que me hace algo de caso y voy a comprarme un coche. Después de cinco años de perseguirlo, de mil amargas derrotas consecutivas que no consiguieron quebrantar una voluntad, parece que algo sale bien.

¿O no?

No sé. Desde aquí todo se me viene encima y no le encuentro ni pies ni cabeza. Mi promesa interior de beber hasta perder el control para celebrarlo no ha encontrado motivo. Mala cosa. Después de tanto camino andado y tanta guerra, después de un corazón acostumbrado a la derrota es difícil vivir con una victoria en el historial. Se estaba mejor siendo un perdedor y un fracasado.

Y nada más. Comienzo a guardar todos los enseres con esa sensación de que uno se marcha. Pronto se cerrará mi página personal, son momentos de cambios y hay un tiempo de plantar y otro de arrancar lo plantado. Ha llegado este último.

Nos vamos. Acostumbrado tanto tiempo a navegar en la oscuridad esta tibia y macilenta aurora ha herido mis ojos, ha afilado esa sensación de derrota. La guerra estaba perdida de antemano, esta victoria no significa nada. Sólo que le estamos plantando cara a la vida y se lo ponemos un poco difícil, quizá hayamos hecho algo bien y ahora recogemos un fruto amargo y escaso. ¡¡¡Pero la vida...!!! Juega con ventaja, siempre acaba venciendo la muy hija de puta.

Ahora mi maltrecho cuerpo mira su alrededor, los cadaveres yacientes alrededor recordando la lucha, las heridas que duelen más que nunca y la esperanza que yace a los pies sin fuerzas para dar un paso más allá. Mientras, a lo lejos, la vida muestra su sonrisa tétrica, burlona y desdentada. La guerra aún no ha terminado

Otra vuelta de tuerca

Pareciendo el cuento de nunca acabar, una rayuela intermiable, que no infinita, el asunto de la radio vuelve a quitarme el sueño.
Encima no sé cómo acabará. El egoísmo es mal consejero. Pero parece que voy a empezar a convertirme en más cabrón de lo que soy. Al final uno llega a esa triste conclusión
El fin de semana mal, gracias. Tampoco le encuentro el punto a eso.
Por último, me cargué la galería de afotos. Haddock murió, y no me acordé de esa carpeta. Volveré a hacer una nueva galería pronto.
Hasta mañana

viernes, 11 de febrero de 2005

Agridulce

He encontrado una antigua página web mía, maltrecha y deshilvanada, a la deriva en la red.
Aquí tenéis el enlace. Me ha traído viejos recuerdos y buenos textos, que iré desgranando suavemente en esta bitácora. También demuestra que no estaba equivocado y que todo empeoró y mejoró después, por difícil que resulte de explicar.

También me he dado cuenta de lo que he perdido, literariamente hablando. Creo que antes escribía mejor.

me estoy haciendo viejo. Una lástima. Habrá que enterrar otro sueño mal muerto.

¡No es posible garantizar cosas así! Después de todo, cuando tuviésemos todos los libros que necesitamos, aún insistiríamos en encontrar el precipicio más alto para lanzarnos al vacío. Pero necesitamos un respirador. Necesitamos conocimientos. Y tal vez dentro de un millar de años, podríamos encontrar barrancos más pequeños desde los que saltar. Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. Son la guardia pretoriana del César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: “Recuerda, César, que eres mortal”. La mayoría de nosotros no podemos andar corriendo por ahí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías, no espere ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o blibioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía hacia la playa.

Ray Bradbury, "Fahrenheit 451".

En todos los frentes

Pienso que esto, la vida, es una guerra. Debe de ser así, porque uno no cesa nunca de pelear.
Dicen que las únicas guerras que se pierden son las que se abandonan. Quizá por eso siempre perdemos nuestra guerra con la vida, ya que el tiempo es un aliado invencible.


Me caracterizo por huír hacia delante. Al menos eso me gusta creer. Aparte del frente profesional, que acabo de reforzar para demostrarle a esta mezquina universidad que no soy digno de ella, llevo otros frentes que ahora empiezan a doler. El profesional personal, con mis proyectos para intentar buscar una salida cuando esta universidad acabe conmigo (si puede), y el personal político, que al parecer se va a abrir. Como dijo Maquiavelo, al final hay que tomar partido por alguna bandería...

Voy a intentar echar toda la carne en el asador, porque es cuestión de tiempo que pase algo. Para bien o para mal.

Pero lo que no quiero es que la gloria o el infierno me pillen sentado en el sillón de casa.

jueves, 10 de febrero de 2005

Estados Unidos

Son unos hijos de la gran puta. Por mí, les pueden ir dando, todo lo que les pase es poco.
Supongo que hace 500 años, cuando España se dedicaba a pasearse por el mundo a base de cojones, supongo que seríamos tan odiados como estos capullos (me pregunto cómo pudimos hacerlo entonces, viendo la piltrafa en que nos hemos convertido ahora).
De vez en cuando me entero de que han jodido a un tío por el simple hecho de ser estadounidense, y me alegro un huevo. Aunque empiezo a pensar.
La sociedad y la ética ha hecho que ahora, más o menos, puedas ir por el mundo sin que te rebanen el cuello por el simple hecho de ser capullo. Hemos aprendido a respetar al prójimo y todos somos capullos, solidarios y alternativos. Se ha logrado una sociedad civilizada de bajo nivel. El problema está cuando subimos un nivel, y vemos que los gobernantes se pasan el respeto, el sentido común y la civilización por el forro testicular, y se dedican a hacer lo que les apetece plegándose únicamente a sus propios intereses.
O sea, que los mandamases y religiosos y progresistas nos han vendido la sociedad y el amor al prójimo y el respeto al ser humano cuando ellos mismos se dedican a seguir haciendo lo que han venido haciendo en los últimos 10000 años de civilización: joder al prójimo.
Como lo de la guerra de Irak (que es la última, pero no la única): EEUU ha hecho lo que le ha dado la gana. La sociedad, solidaria de cojones, ha protestado enérgicamente y todos somos más justos. Dos años después, no ha pasado nada. Todos los países siguen rindiendo pleitesía al todopoderoso Bush. Alemania, Francia, Reino Unido (otros hijos de puta enormes) y demás ahora se reúnen con Bush y acólitos y siguen jungando a lo mismo. Nada ha cambiado.
Yo no sé si esto podrá ser de otra manera, puede que no. Pero entonces que no se escandalicen cuando 4 irakíes a quienes han matado mujeres, hijos y hermanos cogen un coche bomba y se llevan por delante todo lo que puedan. No es terrorismo. Simplemente es la vida.

miércoles, 9 de febrero de 2005

Pasan los días y uno no sabe ya qué poner. Siempre es todo tan difícil...

lunes, 7 de febrero de 2005

Fin de semana de perros

Fin de semana de perros en los que se materializan las peores decepciones, ya presentidas de antemano.
Es lo que tiene haber comido pan de muchos hornos y aceptar con resignación que si las cosas pueden ir mal irán. Sigo en mi línea derrotista y personal que no interesa a nadie. Pero hoy no puedo escribir más.

Hasta mañana.

miércoles, 2 de febrero de 2005

Todos somos iguales

Pasa el tiempo y cada vez me canso más. Me pregunto si a todo el mundo le pasará lo mismo.
Me voy cansando de la vida, que es perra vieja y es puta. Me canso de levantarme cada mañana a pelear sabiendo que esto no va a ningún lado. Me pregunto si a todo el mundo le pasa lo mismo.
O me pregunto por qué no me rindo. Por qué no dejo de pelear y me dedico a vegetar, a vivir un poco mirando hacia mi interior, tan abandonado a veces.
Porque rendirse sale muy barato; ser cobarde sale casi gratis; ser valiente no lo sé, porque no lo soy ni lo seré nunca, pero pelear todos los días en esta guerra que es la vida y tratar ya no de descollar, sino simplemente de hacer lo que uno cree que debe, eso sale caro.
Quizá ya me estoy haciendo viejo. 36 años. Lo que más me duele es que empecé a vivir tarde, así que encima a uno se le queda el regusto de que empezó a pagar incluso antes de saberlo, incluso antes de nacer. Y lo peor es que no hay marcha atrás.

¿Te pasa a ti lo mismo?

martes, 1 de febrero de 2005

SGAE

Mal está lo que mal acaba, y este país va a acabar putapénicamente. Ya lo decía ayer, y me vino a la memoria ese ejemplo social, ese dechado de virtudes llamado SGAE.
Creo que a estas alturas nadie duda de la "honradez" de sus argumentos. Este es otro ejemplo de un país que se va a la mierda por la puerta de atrás. El hecho de que los gobiernos apoyen a la SGAE y permitan que roben a los usuarios sólo puede indicar que tenemos el país que nos merecemos. Yo, desde hace tiempo, me he relacionado con la radio, y he sido testigo de las prácticas nazis y de los abusos que llevan a cabo.
Aparte de que me gustaría que se leyeran a Negroponte ("El mundo digital"), si es que saben leer, debían preguntarse algo: ¿por qué la gente piratea?
Quizá las respuestas no sean que somos malos por naturaleza, que lo somos, sino que están ofreciendo al usuario un producto caro y de calidad lamentable. Claro, la gente no es tonta, y ahora la tecnología nos ha hecho más independientes. Aparte de los conceptos filosóficos de si el autor debe seguir cobrando de por vida, creo que si pusieran las películas y la música más baratas, la gente compraría un poco. Si alguien lo consigue copiar a precio ínfimo, sólo pueden ocurrir dos cosas: que la SGAE y los autores ganan a montones, ya que a ellos les cuesta menos que al usuario pirata de a pie, y entonces tienen un morro y una poca vergüenza del cuatro, o es que lo hacen rematadamente mal y son eunucos, digo incapaces de adaptarse a la realidad.
Señores de la SGAE: no hay nada que me reviente más que los caraduras, así que les pueden ir dando. Si algún día se hunden en la miseria, brindaré por ello.