martes, 15 de marzo de 2005

Sin novedad en el frente

Seguimos tan enfangados como siempre, pero vivos, que al final es lo único que queda. Después de todos los nervios y mala leche, uno acaba enterándose de cosas, aparte de sobrevivir, que es lo que cuenta...
Y es que resulta que esa famosa inspección de Hacienda que me quitó el sueño y las tijeras se debe exclusivamente a que mi ínclita Universidad demandó al Ministerio de Ciencia y Tecnología por un "quítame allá esas pajas" y el ministerio decidió, como contrapartida, revisar minuciosamente algún que otro proyecto. Así que me comí mi parte del marrón un poco de baldes. Es lo tiene trabajar aquí, a pecho descubierto. Al final el "Hombre de Hacienda" fue más que amable conmigo, comprobó que el material estaba, se despidió de mí y se dedicó tranquilamente a devorar a los de contabilidad, que es su función. Las bombas han pasado por encima de mi trinchera y han caído tres posiciones más atrás, en retaguardia. Son de los míos (teóricamente), pero mejor ellos que yo.

Aún así, aún después de haberme preparado para lo peor y salir por la puerta falsa sin cornada, me asusta lo fácil que es verte envuelto en medio de una pelea de bandos rivales, y tú en medio, capeando el temporal, esquivando las balas y muriendo sin haber tomado nada en esa fiesta. He tenido suerte, pero ¿cuántos hay que caen por culpa de otros?

Siempre lo paga pocarropa. Aún tiene que llegar el día que vea yo escarnecer públicamente a titulares y catedráticos de esos del 3%. Que haberlos, haylos.

Gracias a todos. Voy a limpiar mi trinchera.

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