lunes, 21 de marzo de 2005

La masa pegajosa que se proclama mundo

Hoy soy un poco feliz (o menos infeliz, según se mire), y me es más difícil escribir. Aunque siempre hay gente que te ayuda a hacerlo. Hoy le toca el turno a los ayudantes...
..., tengo uno o varios posts en los que presento este tema. A finales del 2001 la LOU cayó como una apisonadora sobre la universidad pública española. En esta universidad, ruin y mezquina, menguada y cobarde, no hicieron lo que se hizo en el 95% de las universidades españolas. Nos dejaron a los pies de los caballos. Lo peor de todo es que era de esperar, y yo lo sabía. Pese a ello, se hizo una plataforma de ayudantes para defender nuestros intereses que acabo no defendiendo a nadie. Sólo se salvaron los enchufados, como el 3% manda. Se veía venir, y todavía había adalides de la libertad preparando sus estrategias, sus conversaciones, sus defensas...Nadie hizo nada por nosotros, ni siquiera nosotros mismos. Mucho hablar y no hacer nada, como buen político que se precie. Si queréis, os lo cuento delante de un café. Así que todo se fue al garete y de nuevo la fiel infantería se quedó allí, a aguantar el chaparrón. Si se hubiese hecho de otra forma, no estaríamos peor. Os lo aseguro.

En esa tesitura me encontraba, tras ver la cortedad y la inutilidad de todos los que estaban en mi mismo barco; huí del mundanal ruido, y pasé por las típicas fases de rabia y dolor y odio en primer lugar, resignación en segundo lugar y soledad y lucha en tercera y actual. Llegué por mí mismo a la conclusión que un antisocial y misántropo como yo no tiene por qué relacionarse, y que lo mejor es luchar en soledad, porque al final, en esta puta vida, uno no tiene lo que es justo o lo que le dan, sino única y exclusivamente lo que él se gana.
Así que ahí estoy yo, haciendo la guerra por mi cuenta. No espero que nadie ni nada venga a salvarme. Yo llevo a cabo mi propia y escasa labor salvadora.
Ahora los ayudantes, los pocos que quedan, se escandalizan de la precaria situación en la que estamos, y le piden al rector justicia. Lo mismo que se le pidió hace 4 años. Y contesta, el muy necio, lo mismo que contestó entonces: Claro que sí. ¿La quieres verde? Ay, eso era la esperanza, ¿no?

No esperes mañana lo que no te dio ayer. Nos van a volver a vender. Pero ahora no voy a perder mi tiempo bregando con estúpidos en ambos bandos. Estoy solo, lo estoy desde que nací y así lo estaré en toda mi vida. Y, asustáos, lo estamos todos. Y hasta que uno no toma conciencia de esa fría, descarnada y despiadada soledad, hasta que uno no asume su fragilidad y su debilidad, no está en condiciones de salir a pelear con esa horda de lobos, políticos y rectores, no está en condiciones de ayudar a nada ni a nadie.

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