La masa pegajosa que se proclama mundo
Hoy soy un poco feliz (o menos infeliz, según se mire), y me es más difícil escribir. Aunque siempre hay gente que te ayuda a hacerlo. Hoy le toca el turno a los ayudantes... En esa tesitura me encontraba, tras ver la cortedad y la inutilidad de todos los que estaban en mi mismo barco; huí del mundanal ruido, y pasé por las típicas fases de rabia y dolor y odio en primer lugar, resignación en segundo lugar y soledad y lucha en tercera y actual. Llegué por mí mismo a la conclusión que un antisocial y misántropo como yo no tiene por qué relacionarse, y que lo mejor es luchar en soledad, porque al final, en esta puta vida, uno no tiene lo que es justo o lo que le dan, sino única y exclusivamente lo que él se gana. No esperes mañana lo que no te dio ayer. Nos van a volver a vender. Pero ahora no voy a perder mi tiempo bregando con estúpidos en ambos bandos. Estoy solo, lo estoy desde que nací y así lo estaré en toda mi vida. Y, asustáos, lo estamos todos. Y hasta que uno no toma conciencia de esa fría, descarnada y despiadada soledad, hasta que uno no asume su fragilidad y su debilidad, no está en condiciones de salir a pelear con esa horda de lobos, políticos y rectores, no está en condiciones de ayudar a nada ni a nadie.
..., tengo uno o varios posts en los que presento este tema. A finales del 2001 la LOU cayó como una apisonadora sobre la universidad pública española. En esta universidad, ruin y mezquina, menguada y cobarde, no hicieron lo que se hizo en el 95% de las universidades españolas. Nos dejaron a los pies de los caballos. Lo peor de todo es que era de esperar, y yo lo sabía. Pese a ello, se hizo una plataforma de ayudantes para defender nuestros intereses que acabo no defendiendo a nadie. Sólo se salvaron los enchufados, como el 3% manda. Se veía venir, y todavía había adalides de la libertad preparando sus estrategias, sus conversaciones, sus defensas...Nadie hizo nada por nosotros, ni siquiera nosotros mismos. Mucho hablar y no hacer nada, como buen político que se precie. Si queréis, os lo cuento delante de un café. Así que todo se fue al garete y de nuevo la fiel infantería se quedó allí, a aguantar el chaparrón. Si se hubiese hecho de otra forma, no estaríamos peor. Os lo aseguro.
Así que ahí estoy yo, haciendo la guerra por mi cuenta. No espero que nadie ni nada venga a salvarme. Yo llevo a cabo mi propia y escasa labor salvadora.
Ahora los ayudantes, los pocos que quedan, se escandalizan de la precaria situación en la que estamos, y le piden al rector justicia. Lo mismo que se le pidió hace 4 años. Y contesta, el muy necio, lo mismo que contestó entonces: Claro que sí. ¿La quieres verde? Ay, eso era la esperanza, ¿no?
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