martes, 9 de noviembre de 2004

Quien siembra vientos...

Hoy iba a empezar hablando de cómo las derrotas hacen a los hombres fuertes si no los matan (o si no son unos irresponsables inveterados como yo), pero ......una noticia en El Mundo ha hecho que cambie de idea.

Obviamente pensar únicamente en los votos trae consecuencias como ésta. Y otras peores, a las que nos vamos a ver abocados en unos 15 ó 20 años.

Hay por ahí un físico, Antonio Fernández Rañada, que como todos los físicos es un poco quijote, y lleva una casi baldía quimera a cabo: solucionar este problema que hay con la ciencia (y la educación, que realmente es la base de un país) en España.

Desde hace muchos años se ha venido abandonando la educación en España. Siempre por motivos políticos, partidistas y nacionalistas se ha hecho prevalecer los mismos ante las personas, ante la realidad y ante el bien común. La cosa ha empeorado sensiblemente, y ahora somos las personas más incultas de Europa. ¿Por qué? Porque la educación en un tema cuyos resultados se ven a 25 ó 50 años vista, así que no dan votos a corto plazo; porque un pueblo ignorante se manipula mejor, y porque la política se ha degradado hasta dejar en ella las heces de la sociedad. Así nos luce el pelo.

¿Y qué importancia tiene la educación, si los más felices son los ignorantes? Pues sí, si pensamos así váyase a ver otra página. Pensemos en países maduros y responsables, cuyo nivel de vida está mucho más alto que aquí. Francia o Alemania. Ellos invirtieron en educación, y formaron a gente que se viste por los pies, que se deja de zarandajas y se dedica a hacer las cosas bien porque lo han mamado desde la escuela, y tienen una base sólida. Y tienen una cultura. A un porcentaje de éstos les da por investigar, y el gobierno , que también es gente culta y honrada, les apoya. Y a otros les da por trabajar, y a otros por pintar, y a otros por dedicarse a la vida contemplativa. Todos tienen cabida porque todos entienden y comprenden a los demás. Los que investigan permiten que se inventen cosas, los ingenieros las fabrican y el país es más rico. Al ser más rico se vive mejor y la vida sube; los sueldos se hacen demasiado altos y no es rentable producir ahí. Así que sacan la producción a países tercermundistas, como España. Pero ellos siguen investigando, exportando tecnología, recogiendo beneficios de esas empresas que han llevado fuera. Siguen conservando su nivel de vida porque tienen la sartén por el mango.

En Villabotijos, España, el clima nos ha hecho un flaco favor. Nos ha hecho irresponsables, despreocupados y aventureros. Cuando empezaron las inyecciones de capital en forma de empresas extranjeras buscando mano de obra barata, o ayudas de la UE, en lugar de invertirlas en crear una sociedad culta y formada que permitiera crear un motor económico, nos dedicamos, gracias a la amplitud de mira de los políticos, a seguir yendo a remolque de los países grandes con la pandereta, las palmas y la bota de vino. Pero esa inyección de dinero ha hecho que los sueldos y la vida suban, y el remolque se ha hecho pesado. Los países inversores se van a Marruecos, Turquía o Indonesia porque es más barato, están como España hace 25 años. Y el remolque se queda ahí, sin motor, gracias a esa clarividencia de los políticos. Algo similar va a a pasar, está pasando con el turismo.

O sea, que se acercan tiempos duros. O remodelamos la educación y lo hacemos de forma inteligente (imposible en España por definición axiomática), o nos vamos al carajo y nos van a dar las nuestras y las de un bombero.

¿La solución? Cambiar la mentalidad y a los políticos. Comprender que la educación y la ciencia son el futuro de un país, son la médula de la economía y la sociedad. hacer un pacto de estado, como lo han hecho para lo que les interesa, acerca de la educación y la investigación a 50 años vista, y seguir caminando despacio con paso firme hacia el futuro.

Pero eso, en España, es imposible. Definitivamente, si pudiera me iba a otro país.

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