Cóctel de mujeres
No sé qué ministra, o vicepresidenta, o qué coño (nunca mejor dicho) ha dado un cóctel (¿por qué no ágape, o adiafa?) en honor de la presidenta de Bolivia. Así que he pensado dos cosas.
La primera es cuánta tontería. Cuanto gilipollas e imbécil preocupado por salir en la foto, por hacer fiestecitas, por posar en la veranda mientras la infantería de este país rumia y pasta ajena al mercachifle. Cuánto imbécil por metro cuadrado, cuánto inútil gobernando y gobernado. Cuánto irresponsable, arriba y abajo, preocupado por soplapolleces. Pero lo peor es que si alguien dice esto, o alguna decide no ir a esa reunión y quedarse en su trabajo haciendo lo que debe o tocándose sus partes, si alguien no se pliega ante la inutilidad establecida, pronto es execrado, estigmatizado y apartado como un leproso que podría contagíarnos el sentido común y la decencia. Hasta ahí podíamos llegar.
Así nos va, como puta por rastrojos, sea la puta hombre o mujer.
Y la segunda es ese feminismo de salón que exige igualdad absoluta, discriminación positiva (como inteligencia militar, u honradez política), aunque para ello tenga que poner a hombres o mujeres por delante de mujeres u hombres mejor preparados para desempeñar esa labor. Esas feministas que se rasgan las vestidurasy exigen que las mujeres puedan estar en procesiones o asociaciones tradicionalmente masculinas, pero que ahora hacen un cóctel sólo para mujeres. Supongo que los hombres, si los había, sería los camareros.
Este país es cojonudo, pero a fin de cuentas, tenemos lo que nos merecemos. Si quisiéramos o mereciéramos otra cosa, habríamos salido a la calle y pedido cuentas a todos estos gilipollas. Y gilipollos
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