jueves, 6 de septiembre de 2007

A contrapelo

Acabo de acabar el examen de mi asignatura. El último. Ya se ha acabado. El año que viene el catedrático José Espí la dará, y yo daré la suya. Terminan 6 ó 7 años de Electrónica Analógica 2. Empieza Análisis de Circuito, en la jungla de primero.

Hoy he empezado a guardar algunos libros; me dan ganas de regalarlos, de limpiar la casa, de olvidar y arrojar lastre de mi vida. Todo empieza de nuevo, una vez más.

Y vendrán las comparaciones, el temor a haber sido mediocre todos estos años, los esfuerzos baldíos, todo lo que hemos dejado atrás y ya empieza irremisiblemente a pesar.

Estoy un poquitín tocado, pero no es por esto. Creo que es por la monumental, accidental borrachera de ayer. Yo, que nunca aflojé, me vi en estado calamitoso y lamentable. Y esos efluvios alcohólicos que acercan a los sueños que sabes ya seguro fuera de tu alcance, vidas soñadas que, por un momento, atisbas entre la niebla. Vidas cruzadas. Enanos a hombros de gigantes.







Soliloquio de Hamlet, el principe danés loco del genial Shakespeare.

¡Ser, o no ser, es la cuestión! -¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así!

¡Morir… quedar dormidos…
Dormir… tal vez soñar! -¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?…

Pero hay espanto
¡allá del otro lado de la tumba!
La muerte, aquel país que todavía
está por descubrirse,
país de cuya lóbrega frontera
ningún viajero regresó, perturba
la voluntad, y a todos nos decide
a soportar los males que sabemos
más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae
al pálido mirar del pensamiento.
Así también enérgicas empresas,
de trascendencia inmensa, a esa mirada
torcieron rumbo, y sin acción murieron.


Soliloquio de Segismundo, en la vida es sueño de Calderón de la Barca.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe, 5
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte? 10

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza, 15
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende. 20

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí. 25
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. 30



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P.D.: Tú eres la de letras; yo soy el loco. (Palabras de Rafa a Pili tras explicarle éste el sentido de in albis)

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