Son tiempos duros para la rebelión
Ayer fui bastante breve. En realidad, estaba poco inspirado, y es que de vez en cuando aparece un día gris entre los claros y los oscuros; las transiciones son difíciles.
De nuevo sigo sintiendo esa desazón, ese roedor cansancio de no saber cuándo uno llegará. Sentirse como Ulises a la vuelta de Troya, cruzar el ponto y recalar en mil puertos donde amargos peligros acechan, e intentar superarlos a costa de sufrimiento con la inútil, vana y futil esperanza de arribar a Ítaca algún día. Incluso cuando el cadmio Tiresias nos vaticinó tan funestos augurios, seguimos con la idea, con la obsesión de llegar a Ítaca.
Como de costumbre, les di matarile a las vacas.
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