miércoles, 5 de octubre de 2005

Acreditado

Siempre creía que cuando algo me saliera bien sentiría una gran alegría interior, un descanso, un relajo, una suerte de liberación espiritual y paz de espíritu que ansío de manera enfermiza.
Pero no ha sido así. Ahora estoy acreditado para cualquier tipo de plaza universitaria no funcionaria habida y por haber. Tengo prácticamente asegurado mi sustento en las universidades españolas, y no ha desparecido ni un ápice de ese vacío interior que hace mucho, casi desde que nací, se alojó en mi interior como una tenia y se nutre de mis sueños y esperanzas.

Ya no hay alegría, ni esperanza. No debe haberla, y no la hay. En cierta medida estoy feliz, o medianamente satisfecho porque algo me ha demostrado que el camino andado no estaba errado. Pero sólo sigo viendo dolor, desesperación y una sed de venganza insaciable.

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