Fin de semana: domingo.
Todo empieza a pedir de boca. Me quedo solo en casa, me levanto cuando me apetece, me pongo a trabajar y ver la tele, llegan los Simpson, episodios refritos pero sabrosos...Al final el teléfono relaciona mi vida con otras vidas, me une al mundo y rompe mi felicidad.
Y depués cometo el error de leer, en mi indolencia, un periódico local.
Craso error.
Que todo esto se va a la mierda, que se hunde, es algo que no tiene mérito consignar aquí, porque creo que casi todos lo sabemos. Que esto se va a ir a la mierda, por lo bajini, sin hacer ruido, creo que lo sabe menos gente. No esperen un gran estruendo y un cataclismo bíblico: va a ser menos espectacular, más real.
Pero sí tengo claro que todo, pero lo que se dice absolutamente todo esto se colapsará un día súbitamente. No habrá medias tintas, nada de una caída parcial: hundimiento generalizado, como toca.
Leyendo el períódico local he comprobado la dimensión fractal de la mierda en que estamos metidos. Da igual que el periódico que leas sea comarcal, local, autonómico o nacional. El espesor, la densidad y el hedor de la mierda es constante. Un mero factor de escala. Un puto fractal. La lupa amplía mierda que tiene a su vez mierda que tiene a su vez mierda que tiene a su vez...
Por eso todo caerá de repente, en todos los ámbitos, a todos los niveles, como les gusta decir a nuestros políticos. Cuando rebose lo hará en todos los vasos comunicantes, que es nuestra vida.
Así que si tenéis suerte, cuando este puto país se hunda os pillará fuera de España. En un país mejor, como Suecia, o en un país hermano, como Etiopía. Si se hunde y estáis allí, os envidio vuestra buena suerte.
Nosotros, los más, nos comeremos el hundimiento con la dignidad y el estoicismo con los que la historia y esa caterva de mermados políticos nos han venido acostumbrando. Porque España, un país desgraciado de tan mala suerte que tiene, ya está acostumbrada a hundirse.
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