"Fue recogiendo lentamente todo aquello que durante 12 años había formado parte de su vida. Eran tan sólo...
Aquella caja fue la última. Sin decir adiós, abandonó el edificio con la caja en sus brazos como un indefenso retoño y se sumergió con resolución entre la marabunta de la acera hacia el aparcamiento.
Nunca llegó al coche, y jamás nadie volvió a verlo."
...unas magras cajas que destilaban amargura por las costuras. Las despedidas, o más bien las partidas, nunca significan demasiado. Como tampoco lo significan las arribadas a nuevas tierras, las caricias en nuevos cuerpos, los denuedos en nuevos trabajos. Siempre es ese mismo sabor azogado del miedo llenando de mercurio la garganta, una nerviosa sensación de incertidumbre, de inseguridad, de dependencia. Ambas son dos expresiones diferentes de una misma rendición ante la realidad que nos avasalla.
obra apócrifa y anónima, siglo XXI
jueves, 23 de diciembre de 2004
Fragmento de "La extraña desaparición de Robert Teleman",
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