miércoles, 1 de junio de 2005

Yo quiero ser francés

Desde infante he tenido esa aversión paisana que le tenemos, y los veo como chauvinistas, snobs y tocapelotas...
...Pero vas madurando, y normalmente, si piensas un poco, te das cuenta en el vertedero en que vives, los sirvengüenzas que te gobiernan, los caínes con los que te juegas las habichuelas.

Y descibres que al otro lado de los Pirineos esos comecaracoles tienen arraigado el concepto de sociedad, el de responsabilidad y el de hacer las cosas con un mínimo de decencia. Y descubres que son una potencia económica, industrial, cultural y científica. Que tienen una sociedad del bienestar envidiable y, de vez en cuando, como ahora, ponen a sus gobernantes mirando a Triana. Porque una cosa es que roben y mamoneen y jodan a la sociedad lo políticamente aceptable, y otra es que se pasen.

No me he leído la constitución europea. Ellos, al parecer, sí. Supongo que será otra mirada de ombligo y otra vuelta de tuerca de los políticos en su afán de cambiarlo todo para que todo siga igual. Yo no leo el periódico, no veo la tele, no oigo la radio ni escucho la opinión de nadie. Ya sé que al mundo lo afeita un barbero borracho todas las mañanas. Me recluyo en los libros de quien al parecer han sido alguien para tratar de hacerme mi idea. No sé si estoy equivocado, si ser un hombre isla es un suicidio hoy en día. Sólo sé que no quiero contagiarme de este marasmo que nos inunda. Espero que haya muchos naúfragos en islas desiertas como yo, para un día unirnos y fundar nuestra propia utopía. Pero cada vez tengo menos esperanza, al menos en este país.

Por eso hoy quiero ser francés. Porque al menos ellos han tenido cojones.

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