Me equivoqué
Muchas veces tengo esa terrible sensación. Sobre todo en noches en que la soledad, ciertas imágenes, películas o canciones disparan toda la secuencia, recurrente.
Y entonces, siendo consciente de que dónde estoy no es un mal sitio y que mi vida puede que sea hasta envidiada por muchos, me doy cuenta de que me equivoqué.
Me doy cuenta de que me gustaría estar en otro sitio, vivir otras vidas. No sé si es cierto que donde estoy no es donde quería estar, pero empeñé demasiados sueños en el camino; los abandoné a su suerte, los desamparé mientras morían de frío en la madrugada y, de vez en cuando, pesan.
Me guardé pocos sueños para tan largo viaje. Además, no sé si he alcanzado alguno de ellos, pero si lo he hecho ha sido a tal precio que han perdido mucho de su valor, todo su significado. La maldición de Ítaca, para Ulises y para toda su descendencia y ascendencia.
Sólo os puedo decir que peléis por vuestros sueños. Que no os rindáis ante la vida en el primer embate y luchéis hasta la extenuación por lograr algo. Que el tiempo es imparable y es ciego y sordo y despiadado, terriblemente despiadado, casi como la misma vida. Y luego, todos esos muertos mal enterrados pasan factura. Muertos inevitables, porque es un equipaje inalienable de la vida. Muertos, al fin y al cabo,.
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