miércoles, 26 de enero de 2005

Políticos

Tenemos los políticos que nos merecemos. No quiero hablar de ellos, ya que sería un tema...
...recurrente y fácil que me permitiría llenar días y días, pero es inevitable. Suelo oír RNE Radio 5, para seguir enterandome en qué país vivo, y sigo enterándome de lo que hacen esos insignes próceres de la patria. O lo que es peor, los oigo.
Los políticos que tenemos hoy en día son todo un ejemplar zoológico. Incultos, analfabetos, egoístas, zampabollos que lo únic que quieren es medrar a cuenta de la sociedad. Nos estamos argentinizando. Han creado una realidad ficticia, en la que vivimos todos, y que, en connivencia con periodistas y otras fuerzas vivas, mantiene henchida al viento. Sus palabras siempre están huecas, llenas de retruécanos y alharacas que no encierran nada, demagogia y vacuidad para llenar los oídos de una sociedad inculta, despreocupada y que ha olvidado pensar. A veces también dicenlo que el populacho quiere oír, lo "políticamente correcto". La cuestión es que estamos totalmente manipulados. Nadie vive en la realidad, la vida ha quedado enmascarada totalmente por una salsa rosa que, de vez en cuando desparece y nos golpea brutalmente (porque la vida sigue siendo la vida, una mortal hija de puta que no perdona ni olvida sus reglas). Claro, que mientras no me toque a mí, sigo viviendo en esa nube ideal, confiando en que todo va bien.
Yo también estoy manipulado, porque no hago nada. Dice mi amigo y filósofo Ángel Font que la política, en su origen, en las polis griegas, tenía su sentido: era poca gente, un entorno controlado. Pero ahora, en este planeta sobrecargado en que todo ha aumentado varios órdenes de magnitud, hay demasiadas variables, todo es demasiado complicado para que sea fácil, o siquiera inteligible. Así que aquellos con más estómago o menos vergüenza se meten en el río revuelto mientras los demás dejamos hacer con insultante indolencia.
Pienso que es un problema de cultura, en este país mezquino y cainita. Hay poco que hacer, esperar a que esto madure o se pudra de una vez y nos vayamos todos a la puñetera mierda. Mientras tanto, sigo luchando un poco, desde mi humilde tribuna, con mis pobres proyectos. No por salvar a la sociedad o ese romano llamado statu quo. A mí la sociedad me importa un carajo. Lo hago por salvarme a mí, pero, si encima, ayudo algo a alguien, eso es suavidad.
Lamento que toda esta morralla política haya corrompido todos los estratos sociales, empresariales y administrativos. Esto sólo se cura leyendo y pensando, así que vamos a hacer algo.

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