lunes, 6 de febrero de 2006

Esta semana es el principio del fin. Uno tiene que pagar, tarde o temprano, y a mí me toca a partir de ahora. Empieza mi cuatrimestre.

Para postre, tengo un curso (intensivo y remunerado, pero necesito pasta), y mi empresa se acerca a un bajío de trabajo casi insalvable.

Voy a dejar de ser persona hasta finales de junio, pero ya era hora de que me ganara el sueldo.

Y minetras tanto la nave va. Sigo renegando de esta país, acabo de poner a caldo a esta universidad en una encuesta anónima (todavía no tengo tantos cojones o tan poco cerebro), y estoy empezando a pensar. Pensar en que todo tiene un límite, en que algún día debo cambiar. Creo, he decidido que voy a seguir persiguiendo esos pocos sueños, que todo se va a arreglar de una forma u otra, que hat que seguir luchando en la brecha, pero con otra mentalidad. La mentalidad de que yo soy el centro de mi universo y de que voy a tender hacia eso. Hasta ahora, me tenía algo abandonado.

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