No queda sino batirse
Ya el tiempo apremia, y se oyen los ecos de la batalla que se aproxima. La semana que viene, al menos eso parece indicar todo, iré a Barcelona a exponer mi currículum en mi primera y última habilitación.
Emocionalmente es duro esa sensación de no poder parar nunca descansar un poco, de recrearse simplemente en el viaje. Pero supongo que eso nos pasa a todos, es la vida. Es el precio a pagar por seguir vivos un día más. Aunque al final es hastío y aburrimiento y un cansancio inefable que se infiltra por todas mis fibras. Sí, ya sé, nos pasa a todos.
Este lunes empiezo las clases (vaya forma de empezar, yéndome a opositar a Barcino), y sospecho que no habrá ronda pública de birras para los vecinos de Keos Folien y demás lectores asiduos de este blog (supongo que saldré en tren hacia Barcelona a las 4 ó las 6). Me disgusta mucho ir retrasando esas cosas, porque al final terminan por no hacerse. Me comprometo públicamente a hacerlo. Además, voy a ir a Moliner 40 a recoger los ingresos de la venta del libro de Anal2 y me los gastaré íntegramente en café para alumnos. Lo prometí el primer año del libro y aún no me han pagado. Voy a cancelar el libro y cobrar la pasta.
¿Y por qué voy a cobrar? Porque, noticia noticiosa, éste es mi último año de Anal2. La va a dar el prof. Espí, y yo pasaré a dar Análisis de Circuitos de primero (menos mal que no deja de ser anal, aunque sea 1). Apañados van los de primero, porque lo único que vi de análisis lo vi en el año 90 en la carrera de Físicas.
Esto es lo que hay. Podía haber más, pero no sería lo mismo.
Nos vemos
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