lunes, 25 de septiembre de 2006

Cambio de planes

Y van mil. Ya todo ha llegado al final del precipicio. Mi vida interior, mi vida personal está completamente muerta, con certificado de defunción. En toda mi vida ya no existe ni un solo minuto para mí mismo. Completamente desfondando, absolutamente hundido, lastrado por absolutamente todo, tan sólo queda pelear por sacar la cabeza del agua.

Soy consciente de que todo esto pasará, pero tengo que luchar para que eso ocurra. Tengo que pelear para lograr una posición estable que me permita aforntar alguna que otra aspiración personal. Ahora mismo mi vida está plagada de emergencias, prioridades, compromisos, lastres. Las noches insomnes están tachonadas de deseos de huir, de abandonarlo todo y a todos; pero aún más peligrosos son esos destellos, esas fulguraciones en las que a mi mente afloran recuerdos de miles de sueños pretéritos. Imágenes de sueños que tuve hace años afloran ahora con una nitidez hasta dolorosa. Algo se está rompiendo dentro de mi cabeza.

Con todos mis sueños muertos y casi enterrados (sólo queda ya dar sepultura a mi Land Rover), no me queda otra opción que refugiarme en la cotidianeidad, en el aburrimiento, en la pelea fragosa y ramplona, con la esperanza de que algún día vualva a ver la luz y pueda pelear por algún sueño.

Mientras tanto, sólo pienso en huir a un país sin tratado de extradición.

sábado, 23 de septiembre de 2006

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan azules los astros a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise y a veces ella también me quiso,
En noches como ésta la tuve entre mis brazos,
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo, sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca. Y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles,
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuanto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro, sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque esta sea el último dolor que ella me causa
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

lunes, 18 de septiembre de 2006

¿Cuándo ocurrirá esto en España?

Movidos por las intervenciones políticas cada vez más frecuentes en la apreciación de los acontecimientos del pasado y por los procedimientos judiciales que atañen a historiadores y pensadores, queremos recordar los siguientes principios:

La historia no es una religión. El historiador no acepta ningún dogma, no respeta ningún interdicto, no conoce tabús. El historiador puede ser irritante.

La historia no es la moral. El papel del historiador no es exaltar o condenar, sino explicar.

La historia no es la esclava de la actualidad. El historiador no aplica al pasado esquemas ideológicos contemporáneos y no introduce en los acontecimientos de otras épocas la sensibilidad de hoy.

La historia no es la memoria. El historiador, en un proceso científico, recoge los recuerdos de los hombres, los compara entre sí, los confronta con los documentos, con los objetos, con los rastros, y establece los hechos. La historia tiene en cuenta la memoria, pero no se reduce a ella.

La historia no es un objeto jurídico. En un Estado libre, no corresponde ni al Parlamento ni a la autoridad judicial definir la verdad histórica. La política del Estado, aun cuando esté animada por las mejores intenciones, no es la política de la historia.

Violando estos principios, artículos de sucesivas leyes, notablemente las de 13 de julio de 1990, 29 de enero de 2001, 21 de mayo de 2001 y 23 de febrero de 2005, han restringido la libertad del historiador; le han dicho, so pena de sanciones, qué debe investigar y qué debe encontrar, le han prescrito métodos e impuesto límites.

Pedimos la abrogación de estas disposiciones legislativas indignas de un régimen democrático.

Jean-Pierre Azéma, Elisabeth Badinter, Jean-Jacques Becker, Françoise Chandernagor, Alain Decaux, Marc Ferro, Jacques Julliard, Jean Leclant, Pierre Milza, Pierre Nora, Mona Ozouf, Jean-Claude Perrot, Antoine Prost, René Rémond, Maurice Vaïsse, Jean-Pierre Vernant, Paul Veyne, Pierre Vidal-Naquet y Michel Winock.

Este es el peor septiembre de mi vida

El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida. El peor septiembre de mi vida.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Lo siento, pero no puedo. Me es imposible contener esta avalancha que me desborda interior y exteriormente. Quizá mañana, cuando todo vaya volviendo a sus nuevas posiciones de equilibrio...

domingo, 10 de septiembre de 2006

10 canciones

10 canciones que escuchar en la penumbra de un hotel en Madrid, una noche húmeda, fría, lluviosa, con una botella de Glennfiddich y quizá un revólver cerca, mientras en la tele sin voz se arrastra una película en blanco y negro de los hermanos Marx o de Capra.


El orden es irrelevante.
  • 1000 pedazos (Christina Rosenvinge, la versión en directo de Flores raras. Igual hubiese servido Alguien que cuide de mí, con su voz aterciopelada y gastada a la vez en el mismo LP. Ella hubiera sido una de mis mujeres ideales, pero no pudo ser)
  • Cambio de planes (Los Secretos, Cambio de Planes. Dudaba también con Hoy la vi, de su disco homenaje. En realidad cualquier canción de Los secretos se te clava en el corazón y te lo desgarra hasta que cierras los ojos incapaz de soportar el dolor)
  • Meat is murder (The Smiths, Meat is Murder. Uno de mis primeros vinilos en mi adolescencia, con todo el dolor que eso me hace recordar)
  • Hallelujah (Leonard Cohen, Various positions, pero no sé si quedarme con la versión de Elisa, Lotus)
  • Sultans of Swing (Dire Straits, Dire Straits. La versión de estudio, donde se oye hasta el último y más leve punteo de la guitarra, con la mente extática. Pero podría cambiarla por On every street, o Je suis desole)
  • Prospero Speech (Lorena Mckennit, The mask and mirror. La voz, la voz nada más)
  • Tu nombre me sabe a hierba (Joan Manuel Serrat, La paloma. Si la volviese a oír ahora ya no lo podría resistir y moriría de pena), aunque dos días después la cambio por algo de Quique González: alhajita, calles de Madrid, reloj de plata...
  • Roxanne (Police, Ouland D'amour. O quizá Message in a bottle o Fields of Gold o ...)
  • Lluvia en soledad (Celtas Cortos, Tranquilo majete. Pero también Cálida trinchera o Aguantando el tirón)
  • Al calor del amor en un bar (Gabinete Caligari, Al calor del amor en un bar. Todo Gabinete, de principio a fin. Cuatro rosas, Camino Soria, Queridos camaradas, Delirios de grandeza)
Obviamente no están todas las que son, pero sí son todas las que están. ¿Inmaculate Fools, Simple Minds, Duncan Dhu, Radio Futura...? Son las canciones de amor para tiempos difíciles. Esta semana las necesito más que nunca.


miércoles, 6 de septiembre de 2006

Hoy no estoy para fiestas. Lo siento.

martes, 5 de septiembre de 2006

Noticias en España

De vez en cuando la música me aburre y me apetece enterarme de qué se cuece en este país. Oigo muchas veces Radio5TodoNoticias, algo que ya he comentado más de una vez.

Y últimamente me estoy descorazonando. Más. En España todas las noticias las copan los políticos. Se han convertido en los actores, en los ejecutores mediáticos. Con su dominio y presión y depresión sobre los medios de comunicación han conseguido que todo gire alrededor de ellos: deporte, cultura, ciencia, sociedad, catástrofes. siempre hay uno de ellos (o varios, ya que les gusta el gregarismo hasta en la defecación) allí, centinela, como si quisieran controlar que nada escape a su influjo hediondo y pestilente.

Ya no quedan grandes hombres, grandes deportistas, grandes políticos. Tan solo una caterva inmoral e infame de hombrecillos, monicacos y cagamandurrias aferrados al poder cainita, ensoberbecidos en su mediocridad, acogotando a quien descolle o intente hacer las cosas bien o sobrevivir, empeñados en vender en los periódicos y la televisión y la radio ese mundo virtual que han decidido vendernos, sistemáticamente, con la intención de que acaba
emos por creérnoslo, intentando que a fuerza de repetir mentiras mil veces, machacándonos con ellas, creamos que son válidos, honrados, honestos y que representan al país y a la sociedad.

lunes, 4 de septiembre de 2006

El subyugante sabor de la derrota

Ha pasado el mes de agosto, y debe ser que la depresión post-vacacional ha ahondado aún más si cabe mi sempiterna melancolía.


No sé por qué extraños vericuetos ha llegado, qué insondables circunvoluciones ha recorrido, pero anoche tuve otra certeza más, un capítulo adicional en la enciclopedia de certezas que con la edad voy redescubriendo en los pliegues de mi memoria: ya estoy derrotado.

Toda la vida soñando, muriendo para llegar a algún sitio, y uno termina dándose cuenta de que ha llegado tan sólo a alcanzar míseros espejismos de sus sueños, ajados remedos de felicidad, fantasmas, espectros y logros que no satisfacen a uno mismo.

Rodeado de enemigos, tan sólo mi estructura interior, aquella que únicamente la muerte voluntaria o impuesta puede derribar, permanece como salvación, como asidero, como único soporte cuando todo mi derredor se hunde y me arrastra y sólo el sacrificio y la resignación impiden que formatee mi vida y empiece una nueva lucha.

Me he rendido, he dejado de luchar, tan sólo mantengo un tono muscular que impide que todo se colapse, tan sólo achico lo preciso del agua que hago como para mantenerme a flote, ni siquiera con dignidad. Ni siquiera con la dignidad interior que uno necesita para dormir por la noche.


viernes, 1 de septiembre de 2006

Formateo

Comienza el curso. Como todo lo que este país lame, la sórdida maquinaria apenas si responde en el primer día de trabajo, haciéndome renegar una vez más, y van mil, de esta desgraciada tierra en la que vivo.

Por lo demás, todo sigue igual. desencantado, hastiado, amargado. Con ese cosquilleo en la nuca y el reuma que se resiente, avisando de la tormenta. Heridas de soldado viejo que avisan de la que se avecina, no por esperada menos temible. Ya os contaré, pero llevo ya dos años cavando trincheras y refugios y parapetos y minas y contraminas y casamatas y salidas de emergencia. Algún día esto explotará y quiero vender caro mi pellejo.

Ya decía en mi anterior entrada que a la hora de la verdad olvido los temas que en mi mente he bordado con anterioridad. Si no me sale mal, hablaré de clases de hombres, y hablaré de lo viejo que cada vez más me siento. Pero hoy voy a hablar de formateo. De resetear mi vida.

Un par de palabras de jerga informática: formateo y resetear. Significa algo así como volver a las condiciones iniciales, reiniciar la partida partiendo de cero. Volver al principio, como sugería Vizzini en La princesa prometida. A mí me gusta más el símil de arar el barbecho o el campo para plantar la nueva cosecha.

Todo ha aflorado en mi mente a raíz de que mi ordenador portátil lleva ya 4 ó 5 años almacenando información, basura prescindible al fin y al cabo. Siempre renuente a borrar nada con ese ilusorio respaldo para por si acaso. El ordenador ya agoniza, renquea, y tengo que formatearlo.

En cierto modo eso significa formatear mi vida. Hacer copias de seguridad de 5 años de vida pasados, a sabiendas que, cuando pretnedamos recuperarlo ya será todo imposible. Acumular recuerdos en un desván húmdo, insalubre y repleto de ratas que devorarán los recuerdos. Pero olvidamos esa certeza y nos confiamos falazmente en que, si alguna vez lo necesitamos estará allí. Acallamos la conciencia y hacemos sitio a la nueva vida que viene, a costa del pasado que ya no volvió.

A veces me apetece formatear mi vida. Pero hay recuerdos imborrables, y no felizmente imborrables. Recuerdos que se hundirán conmigo en el abismo, que me arrastrarán al abismo. Pero aun así me apetece de vez en cuando formatearme.