martes, 31 de enero de 2006

Así estoy yo (sin ti)

A quién vas a engañar con gorgoritos
y esa pose de gallito de taberna
¿la voz?¡¡vete a cagar!!si es un hilito
y no me hagas hablar de la entrepierna
confiesa de una vez que estás quemado
de bordar la parodia de ti mismo
que un pendejo te quita lo bailado
que el espejo en lugar de un espejismo
te devuelve una ojera,un higo chumbo,
una tos con goteras en la olla
un calavera cincuentón sin rumbo
un hortera con joyas,un villano
uno más del montón de soplapollas
que no folla por ver el gran hermano.

Soneto de Joaquín Sabina en la recogida del premio Ondas

lunes, 30 de enero de 2006

Me tengo que concentrar

No puedo hacerlo, y pierdo toda la mañana y todo el tiempo en tonterías que no me reportan nada. Va a haber que hacer algo, cada vez más en serio porque cada vez queda menos tiempo.

Tengo problemas, y sigo en ellos. Problemas que no lo serían si todo hubiese salido bien.

Pero como ya he dicho, he tenido mucha suerte en la vida, nada me ha sido fácil.

jueves, 26 de enero de 2006

Hoy acaba mi semana electrónica. Mañana no me conectaré a internet de la forma habitual, lo que no significa que no estaré haciendo nada. Mañana me dedicaré a deglutir marrones. Desde que monté la empresa 2, desde que lo hicimos, que no voy solo en este viaje, nos hemos dedicado sin desearlo a bregar con problemas tontos que te quitan mucho tiempo. Lo llamamos mierda de baja intensidad, pero es una salmodia interminable que no nos deja sacar la cabezpara respirar y ver hacia dónde vamos. Nuestra idea era ganar dinero y divertirnos, y posiblemente no en ese orden, y crear un entorno googleliano que quizá diera sus frutos, y si no nos daba el hermoso viaje.

Ahora, casi medio año después, nos hemos quedado en cuadro, dos y medio aguantando el temporal, trasegando mierda, sacando mierda, sacando mierda hasta hacer la situación casi insoportable. Necesitamos sentarnos y pensar. Cada uno, personalmente, ya saca la mierda que le toca día a día. No hicimos esto para estar 17 horas al día en el sumidero, para abandonar mujeres e hijos para degustar platos con mal sabor.

La mepresa va bien, pero nosotros no. Necesitamos aspirar a algo diferente, algo que nos llene personal y profesionalmente, no ese infinito deglutir de marrones que nunca acaba.

2006 va a ser un buen año. Duro, pero bueno. Lo noto en mi artrosis.

miércoles, 25 de enero de 2006

El IPC, esta mierda de país y de gente...son mis cosas y mis temas, pero allí donde miro no veo tabla de salvación. Sólo veo un continuo dolor, un marasmo infinito e inabarcable que quiero que degenere ya en caos y dé paso, de una puñetera vez, a algo distinto.

Pero la gente que nos gobierna son la hez de la sociedad, y mucho tiene que cambiar esto para que los echemos. Así que aquí estoy, cansado de esperar el fin

lunes, 23 de enero de 2006

"Encontrarás amigos donde menos te lo esperas"

En días como éste, y a estas horas en las que no sé qué poner, Arturo Pérez Reverte me echa una mano, como es habitual, y me facilita la faena.
Sigo igual, lo que significa que voy a peor, y aún no he podido poner coto a tales desmanes.
Para terminar, estoy leyendo el Necronomicón, el libro de los muertos del árabe loco Alhazred. Mi venganza será terrible.

Delatores, chivatos y policía lingüística
A. Pérez reverte, El Semanal,
Número: 952 Del 22 al 28 de 2006

Por encima de tanto marear la perdiz, tanto cuento y tanta murga, la única realidad real es la siguiente: mi amigo José Manuel es madrileño, técnico de sonido, tiene veintisiete años y una novia en Cataluña. La novia se vendría a vivir con él a Madrid, de no mediar un problema: ella trabaja en Barcelona. Así que llevan un año intentando que el chico encuentre algo allá arriba, porque, como él dice, tampoco es cosa de chulear a la churri. El problema es que José Manuel no parla una palabra de catalán, y su trabajo tampoco le deja tiempo para ampliar horizontes lingüísticos. No pucha del catalán más que
bona nit y bona tarda; y eso, con acento de Leganés. Con tales antecedentes, supongo que nunca adivinarían ustedes lo que ocurre cada vez que busca trabajo en Barcelona. ¿Verdad que no? Me juego el sillón de la letra T a que no se les hubiera ocurrido jamás: no le dan trabajo porque no sabe catalán. Qué me dice, caballero, se admirará alguno –el presidente del Gobierno, por ejemplo–. No me puedo de creer ese déficit de buen rollito. Etcétera.

Y bueno. Mientras tecleo esta página no sé cómo terminará el intento ultranacionalista de situar el catalán como única lengua oficial y obligatoria en el nuevo Estatuto de allí. Me gustaría añadir que ni lo sé ni me importa, y que cada cual hable como le salga de los cojones. Pero es que se trata precisamente de eso: de que en España la gente no puede hablar como le sale de los cojones. Aquí la gente tiene que hablar como le sale de los cojones al cacique de su pueblo. Y lo más grave es que el Estado, que debe velar porque todos seamos iguales y con las mismas oportunidades, nación de ciudadanos y no putiferio insolidario donde cada perro se lama su ciruelo, se inhibe de manera criminal, dejando al personal indefenso y con el cuello en el tajo.

Pero atención. Eso no sólo lo hace el Pesoe con sus enjuagues bajo la mesa y sus resabiados barones que, aun disconformes, pastelean para que siga el negocio. Una nueva vuelta de tuerca lingüística en Cataluña no haría sino cuajar sobre el papel lo que hace tiempo es allí una realidad irreversible: la persecución oficial del bilingüismo, la asfixia burocrática del idioma común español, alentada por un sistema de delación, chivatos y policía lingüística, cuyo único vínculo con la palabra democracia es que todo esto ocurre en una España que, además de afortunadamente democrática, es desafortunadamente gilipollas y se lo traga todo por miedo a que la llamen facha. O lo que es lo mismo: la ilegalización factual del español –una herramienta de comunicación compartida por cuatrocientos millones de personas, algo de lo que no estoy seguro sean conscientes todos los españoles– como paso previo al proyecto lengua-nación-estado catalán que esta vez, por suerte para todos y gracias a la Constitución que tanto le incomoda, la peña independentista lleva tiempo materializando sin disparar un tiro, sin tener que hacerse súbditos de Luis XIV y sin que Felipe V o Franco bombardeen Barcelona. Y ojo. El problema no son sólo cuatro paletos caraduras que después de escupir sobre la opresión española se van a cenar a Lucio. Pregúntenselo a ese Pepé meapilas que tanto se indigna hoy con grititos de doncella ultrajada, después de dos legislaturas puesto así, como el amigo Oswaldo, mientras silenciaba a sus insurrectos catalanes –a los que ahora, por cierto, tiene la tentación de quitar el polvo y sacar de la fosa– para que no le hicieran olitas en la piscina del consenso. Y tampoco olvidemos a esa Izquierda Unida del Circo Price que, olvidando que lo suyo es la defensa de todos los trabajadores, no se ha mojado nunca el culo ni dicho esta boca es mía por tantos funcionarios, maestros, fontaneros, albañiles, mecánicos, estudiantes, discriminados por el idioma; y lo único que se le ocurre, en plena movida lingüística y por boca de su pintoresco secretario general, es la imbecilidad de que la monarquía debe someterse a referéndum, etcétera, como si no hubiera cosas más urgentes que llevarse a la urna.

En fin. Nacionalistas, fariseos de corbata fosforito y cantamañanas aparte, tenía previsto alargarme un poco más, detallándoles de paso el desprecio y la ofensa contumaz del actual Gobierno hacia la lengua española. Que es la de Cervantes y –modestamente– la mía. Pero entre unas cosas y otras, ya no me cabe: las mentadas de madre requieren sus adjetivos, sus adverbios y su espacio. Así que lo dejaremos para otro día. Si Dios quiere.

miércoles, 18 de enero de 2006

radioAmedida

radioAmedida fue un proyecto que se fraguó durante un par de años. Intenté montar una emisora de radio terrestre entre mi hermano y un amigo que trabajaba en la única, por entonces, emisora local. Me dejaron un poco tirado, así que diseñé y monté una emisora por Internet, radioAmedida, y la empresa Producciones Artesanales. Durante dos años estuve recopilando música, ensayando software y hardware para afinar esa emisora. Fue valioso el trabajo realizado y jamás pagado como asesor informático en Radio Escavia. Al final, mi amigo se fue de su trabajo y en septiembre de 2003 nos pusimos a montar una nueva emisora terrestre. Toda la maquinaria que yo había puesto en marcha se aprovechó para salir, y en junio de 2004 salimos al aire.
Ciertas diferencias entre mi amigo y yo hicieron que yo dejara de colaborar en radioAmedida en noviembre de 2004 y consiguiera vender mi parte en Pascua de 2005. Ahora, radioAmedida emisión terrestre y Producciones Artesanales ya no me pertenecen ni tengo nada que ver con ellas, salvo la amistad, el agradecimiento y esa sensación de retoños que parí y ahora ya no los veo.

Pero la idea, los dominios, las emisoras de Internet y el alma y el sentimiento de radioAmedida jamás me la podrán arrebatar.

Prólogo del editor a la primera edición (Parte I)

La historia de la desaparición de Robert A. Teleman fue el fruto del esfuerzo y la constancia de una única persona, Samuel Garcia, que comprometió su reputación y aun su carrera en recopilar, con la minuciosidad más exasperante, una serie de hechos y signos, aparentemente inconexos, que ayudaro a revelar primero, y a develar posteriormente, uno de los misterios más aterradores de este ya exhausto siglo XXI. Merece consignar en estas páginas las líneas generales del proceso que llevó hasta este texto que hoy se encuentra entre sus manos por primera vez. Como comentó en su autobiografía ("Samuel Garcia, a la caza de una quimera", publicaciones Albemut, 2148), la pista comenzó con un extraño manuscrito que arribó un día cualquiera de enero de 2126 a la editorial de Milos Kovapoulos, editor de segunda categoría en Carlsbad, Nuevo Méjico (USA), y amigo personal de Samuel. El manuscrito, ajado y maltrecho, parecía haber soportado con poco éxito un calvario de editorial y oficinas de correos, y se presentaba con una carta, copia de una original perdida hace ya tiempo, en la que relataba, sucintamente, la explicación de la misteriosa desparición de Robert A. Teleman. Kovapoulos descartó su publicación por la deficiente calidad literaria, amén de la escasa innovación argumental. No obstante, destacó "la extraña sensación de que aquello no era una novela, sino un diario", sensación que transmitió a su amigo Garcia.
Avivado por la curiosidad, Samuel buscó en los archivos de desaparecidos a Teleman, con resultados infructuosos. Al menos en los últimos cincuenta años no constaba ninguna desparición "misteriosa" de ningún Teleman, entiéndase que no tuviera explicación o no se hubiese encontrado el cadáver.
No obstante, la relectura del original daba unos datos reveladores. Afirmaba que su desaparición había tenido lugar en la ciudad de Washingtown, en las navidades del año 2004. Posteriores investigaciones confirmación la existencia y desparición de un tal Robert Arthur Teleman, analista de sistemas, que trabajaba de freelance entre varias multinacionales e aquella ciudad. No tenía familia conocida, aunque era posible que hubiese cambiado de nombre, y nadie denunció su desaparición ni consta que la hubiera, salvo una entidad bancaria cuya reclamación hizo que se enajenaran los bienes y cuentas bancarias de este sujeto.
Al menos, el personaje y supuesto autor del manuscrito existió en algún momento, aunque esto no prueba la veracidad del manuscrito.
Más curioso fue la investigación llevada a cabo en la empresa Data Servers Inc., propietaria de los registros ...

martes, 17 de enero de 2006

Sigo igual de desmoralizado por este país, por mi carrera, por mi vida... No sé qué escribir hoy, así que me doy fiesta.

Bye

lunes, 16 de enero de 2006

Es difícil

Lo malo que tiene la vida es que te acaba matando. Te acostumbras y a veces llegas hasta a olvidarlo. Aunque vas a acabar mal; todos debíamos tener a alguien, como el César, susurrándonos al oído "recuerda que ers mortal".
Aun con todo, al final uno se cansa de pelear. se cansa de que las cosas no salgan ni remotamente como esperaba. Y lo que más duele es que todo sea causa de la inacción, del egoísmo, de la indolencia. Lo peor es toda esa gente que piensa que no vale la pena hacer nada, quizá porque creen que no va con ellos, o porque son poco poderosos, o porque es más fácil.
Craso error. Todo va con todos, nadie es inútil y lo fácil acaba convirtiéndose en un cadalso al que vamos por nuestro propio pie, impasible el ademán.
Viendo el caos, el maremagnum, el abandono feroz, egoísta y despiadado, a uno le apetece echar el agua por la última tabla, cortarse la coleta y quedarse pairando, dejándose mecer por suave céfiro o zarandear por airada galerna.
Cada vez más, en este país, queda menos por lo que luchar.

viernes, 13 de enero de 2006

Me equivoqué

Muchas veces tengo esa terrible sensación. Sobre todo en noches en que la soledad, ciertas imágenes, películas o canciones disparan toda la secuencia, recurrente.
Y entonces, siendo consciente de que dónde estoy no es un mal sitio y que mi vida puede que sea hasta envidiada por muchos, me doy cuenta de que me equivoqué.
Me doy cuenta de que me gustaría estar en otro sitio, vivir otras vidas. No sé si es cierto que donde estoy no es donde quería estar, pero empeñé demasiados sueños en el camino; los abandoné a su suerte, los desamparé mientras morían de frío en la madrugada y, de vez en cuando, pesan.
Me guardé pocos sueños para tan largo viaje. Además, no sé si he alcanzado alguno de ellos, pero si lo he hecho ha sido a tal precio que han perdido mucho de su valor, todo su significado. La maldición de Ítaca, para Ulises y para toda su descendencia y ascendencia.
Sólo os puedo decir que peléis por vuestros sueños. Que no os rindáis ante la vida en el primer embate y luchéis hasta la extenuación por lograr algo. Que el tiempo es imparable y es ciego y sordo y despiadado, terriblemente despiadado, casi como la misma vida. Y luego, todos esos muertos mal enterrados pasan factura. Muertos inevitables, porque es un equipaje inalienable de la vida. Muertos, al fin y al cabo,.

miércoles, 11 de enero de 2006

Aparcamiento

Trabajo en una universidad que está perfectamente a la altura de este país. Un campus caótico donde el aparcamiento va despareciendo, supongo que debido a algún manual de buen orden, a ese sentimiento general de hacer lo políticamente correcto, que al final acaba dejándote sin sitio para aparcar y rodeado de imbecilidades supinas o de jardines abandonados de la mano de Dios. Perennemente en obras, como si de Madrid se tratara, este campus agoniza. Quien se encarga de regular el acceso no lo hace, y al final este es un caos dejado al libre albedrío de los conductores. Que en un país civilizado no sería problema: el sistema se autoregula. Pero aquí esto es el que más pueda, capador. Coches en las aceras, un desdén por las normas de civismo...El problema es que a todos nos parece normal. O inevitable. El mundo, España está así, así que sigamos jugando sucio, que ésas son las reglas y quien las sigue triunfa, concitando la admiración y la envidia del resto de la barbarie. Nadie piensa que esto podía ser mejor, que esto puede cambiar y que es nuestro deber intentarlo, es nuestra obligación hacer las cosas bien, cada día un poco mejor. Ser mejores en todo . Porque la estrategia óptima para que una sociedad sobreviva no es la que beneficia al individuo, sino la que beneficia al grupo. Pero aquí, cada perro se lame su pijo. Desde hace mucho años. ¿Para qué vamos a cambiar?

martes, 10 de enero de 2006

Un día lluvioso que se ha desleído sin más pena ni gloria...
No veo la tele, no oigo la radio, no leo periódicos...Sé que vivo en un país de mierda, egoísta y cainita, con políticos a la altura de las necesidades y una sociedad convertida en masa pegajosa, aborregada e indolente que se deja llevar mientras hay un triste plato de comida en casi todas las mesas, sin aspirara a abrir la ventana y preguntarse si hay algo más allá, si hay un mundo mejor, si otro país es posible.
Tengo conocidos en la política, conocidos que vaticinan que en 8 años este país se desintegra, gracias al estatuto catalán y a Zapatero. Por un lado tengo ganas de que eso pase. Ya esta bien, nos merecemos eso y más; una sociedad que no sólo ha olvidado su pasado y su historia, sino que la manipula impunemente para beneficio de unos pocos, se merece un castigo ejemplar. Aunque me duele porque nada cambiará con todo esto. Esa hipotética caída a los infiernos percutirá irrefragablemente sobra las espaldas de todos los borregos que pastamos sin querer preocuparnos de nada. Todo será igual que siempre. No hemos aprendido nada.
Al final todo es un problema de cultura, ese bien tan escaso y tan prostituido que hemos abandonado, manipulado por gente sin escrúpulos y sin cultura que necesitan de la oscuridad en mentes y corazones para sus turbios, zafios y ramplones propósitos. necesitamos parar ese cículo vicioso. Dejar de admirar y rendir pleitesía a los corruptos y egoístas, limpiar la casa, abrir las ventanas, vaciar la cesta, repleta de manzanas prodridas y volver a llenarla con sangre nueva que todavía no haya renunciado a sus sueños.
Seguramente fracasaría, pero peor sería no intentarlo.

lunes, 9 de enero de 2006

Río sin retorno

Acaban las navidades y vuelta a la rutina. El año empieza como acabó el otro, sumido en el mismo tráfago incontenible. No es de extrañar: el hacho de que cambiemos de año no significa nada, los separa una misma, tenue noche que, si nadie nos advirtiera, parecerían dos días similares.
Pese a que nada cambia, todo ha cambiado. La llegada de un hijo te cambia todo, pese a que nada cambia. Y la vida sigue golpeándote incansablemente, sistemáticamente; a veces te da por pensar y te rebelas y haces promesas, espero que esta vez para cumplirlas pero la vida es incontenible.
Tenemos mucho que escribir, y siempre poco tiempo y pocas ganas. Pero empecemos el año, y que éste no acabe con nosotros.